Irán tras la tormenta: debilitamiento interno, presión social y un futuro más militarizado

El conflicto con Israel entró en una pausa, pero su onda expansiva política y militar recién comienza a sacudir los cimientos del régimen iraní. Tras doce días de bombardeos —facilitados por apoyo logístico y armamentístico de Estados Unidos—, Teherán enfrenta un panorama interno devastador: la Guardia Revolucionaria sufrió pérdidas de alto rango, su arsenal balístico fue severamente reducido, y las instalaciones nucleares clave quedaron comprometidas.

En medio del caos, el ayatolá Ali Khamenei, de 86 años, optó por el aislamiento. Apenas apareció dos veces en video mientras aviones enemigos sobrevolaban el país sin resistencia visible. La imagen de un liderazgo ausente y vulnerado deja al régimen en una posición frágil.

Un análisis del grupo Eurasia sostuvo que la dirigencia iraní «ha recibido un golpe duro» y se ve forzada a aprovechar el alto el fuego para concentrarse en su seguridad interna. La precisión de los ataques reveló una alarmante infiltración de los servicios de inteligencia israelíes. Comandantes militares, científicos nucleares y centros de mando fueron blanco de operativos quirúrgicos. “Debe haber una purga interna. Pero la pregunta es quién la va a ejecutar”, advirtió Hamidreza Azizi, analista del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales. La desconfianza paraliza cualquier intento de reorganización real.

La Guardia Revolucionaria, columna vertebral del régimen, debe ahora encarar una reestructuración urgente. Aunque conserva una red institucional sólida, la pérdida de líderes operativos la ha dejado expuesta. El general Esmail Qaani, jefe de la Fuerza Quds, apareció esta semana en una manifestación en Teherán, buscando enviar una señal de continuidad ante la incertidumbre.

En paralelo, el canciller Abbas Araghchi asumió un protagonismo inusitado, transformándose en el portavoz de facto del régimen durante la crisis. Con el resto de las autoridades en silencio, su rol comunicacional y diplomático lo posiciona como una figura ascendente en la jerarquía del poder.

El conflicto también obligó a revisar la política exterior impulsada por Khamenei durante más de dos décadas. Su estrategia de proyección regional, a través del denominado “Eje de la Resistencia”, recibió un golpe demoledor tras los ataques a milicias aliadas en Siria, Líbano, Irak y Gaza. Lo que se planteaba como una red de contención terminó arrastrando la guerra hasta territorio iraní.

Frente a esta debacle, emergen dos caminos: uno, escalar el programa nuclear hacia fines militares; otro, retomar el diálogo con Washington para negociar un alivio en las sanciones. “Podríamos haber superado ya el umbral que impedía a Khamenei considerar un arma nuclear”, advirtió Azizi. Si bien Irán siempre defendió el carácter pacífico de su programa, los recientes ataques podrían modificar el cálculo estratégico. Sin embargo, las instalaciones dañadas dificultan cualquier avance inmediato. Cualquier movimiento en dirección a la bomba requeriría meses de reconstrucción y un sigilo absoluto, bajo el riesgo de provocar nuevos bombardeos.

En contraste, sectores del régimen exploran la vía diplomática. “Ya estamos hablando entre nosotros”, aseguró Steve Witkoff, enviado especial de EE.UU. para Medio Oriente. “Somos optimistas respecto a un acuerdo de paz duradero que permita la recuperación de Irán.”

Mientras tanto, los desafíos internos no dan tregua. La economía está asfixiada por las sanciones, la corrupción y la ineficiencia. Se repiten los cortes eléctricos y las casas de cambio continúan cerradas. El rial, que en 2015 cotizaba a 32.000 por dólar, se desplomó a cerca de un millón. La presión social es un recordatorio constante de que el régimen también enfrenta una amenaza desde abajo: protestas masivas como las de 2019 o las que siguieron a la muerte de Mahsa Amini en 2022 son heridas abiertas. La activista y Nobel de la Paz, Narges Mohammadi, sintetizó el malestar en una carta reciente: “La democracia y la paz no nacerán en los pasillos oscuros de la guerra”.

El interrogante sucesorio añade más tensión al tablero. Khamenei sobrevivió al conflicto, pero su edad y salud reactivaron las especulaciones. El Consejo de Expertos deberá elegir a su sucesor. Los nombres más mencionados: su hijo, Mojtaba Khamenei, y Hassan Khomeini, nieto del fundador del régimen. No obstante, muchos observadores creen que el verdadero poder podría desplazarse hacia los sectores militares. “La transición hacia un régimen más controlado por las fuerzas de seguridad es ahora más probable”, dijo Azizi. “El próximo gobierno será más militar que clerical.”

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