Con el acuerdo con el FMI ya cerrado, el Gobierno de Javier Milei busca materializar finalmente la “lluvia de inversiones” tantas veces prometida en las últimas décadas y pocas veces concretada. A partir de 2025, con la posibilidad de girar utilidades y el impulso de grandes proyectos bajo el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la apuesta es atraer una ola de capitales hacia sectores estratégicos.
El equipo económico, encabezado por Luis Caputo, proyecta para los próximos dos años un ingreso de capitales financieros por unos u$s12.500 millones, sumados a la inversión extranjera directa, financiamiento del FMI y organismos multilaterales, y el esperado acceso a los mercados de deuda internacional en 2026.
Milei estimó que durante su mandato podrían ingresar más de u$s50.000 millones en inversiones. Solo el RIGI ya concentra ocho proyectos que totalizan u$s12.400 millones, enfocados principalmente en Vaca Muerta, minería, energías renovables e industria, distribuidos en Río Negro, Mendoza, Catamarca, Salta, San Juan, Buenos Aires y Jujuy. El Gobierno calcula que este régimen podría motorizar proyectos por hasta u$s54.000 millones, de los cuales u$s30.000 millones provendrían del sector energético.
En paralelo, empresas de peso como la minera británica Rio Tinto Group anunciaron inversiones por u$s2.500 millones en litio. También, Mercado Libre comprometió u$s2.600 millones para fortalecer su red logística y tecnológica, mientras que Pan American Energy (PAE) destinará u$s250 millones a la exploración de gas no convencional en una nueva área de Vaca Muerta.
Para potenciar la llegada de fondos financieros, el Banco Central flexibilizó el ingreso de capitales de corto plazo, imponiendo un mínimo de permanencia de seis meses para evitar movimientos especulativos inmediatos. Según estimaciones oficiales, el ingreso de inversiones especulativas alcanzaría los u$s10.000 millones en 2025 y los u$s12.500 millones en 2026.
Sin embargo, el frente externo continúa siendo desafiante: se proyecta un déficit en cuenta corriente del 0,4% del PBI en 2025, producto de un deterioro en los términos de intercambio, mayores importaciones y el mayor costo del servicio de la deuda, especialmente con el FMI.
Además, la estrategia oficial incluye la eventual colocación de deuda en dólares: u$s4.000 millones en 2025 y u$s6.000 millones en 2026, en un escenario en el que una baja del riesgo país podría reabrir el acceso a los mercados internacionales.
A la expectativa de nuevas inversiones se suma el factor agroindustrial. El Gobierno espera que la liquidación de divisas del campo se acelere antes de junio, cuando se prevé la suba de retenciones. Aunque las liquidaciones de abril estuvieron por debajo de los promedios históricos, en los últimos días hubo un repunte significativo, con un pico de u$s241 millones en un solo día.
Analistas advierten que, pese a las presiones sobre el sector, la baja de precios internacionales y el déficit comercial del resto de la economía son los principales factores detrás de las tensiones cambiarias.
Finalmente, otro hito clave sería la reclasificación de Argentina como mercado emergente en los índices de MSCI, prevista para junio. De concretarse, el país podría recibir más de u$s1.000 millones en fondos, al incorporarse nuevamente a las carteras internacionales que replican ese índice. JP Morgan destaca que el levantamiento del cepo y la posibilidad de girar utilidades son condiciones necesarias para lograr ese objetivo.
Mientras las inversiones en energía y minería avanzan bajo el paraguas del RIGI, desde el agro reclaman que no existe régimen promocional equivalente para el mayor generador de divisas de la economía. La tensión entre los distintos sectores económicos será una variable crítica en la carrera por captar capital y sostener la recuperación económica.