Kiev, la capital de Ucrania, fue sacudida este viernes por un fuerte ataque ruso, que también dejó a la embajada argentina entre las afectadas. La sede, ubicada en el sexto piso de un edificio en la calle Ivana Fedorova, comparte el espacio con otras representaciones diplomáticas de Portugal, Albania, Palestina, Macedonia del Norte y Montenegro.
En un intento de llevar tranquilidad, Infobae se comunicó con Elena Mikusinski, la representante argentina en la ciudad, quien envió un mensaje breve: “Estamos bien, sólo fueron daños materiales”. Las imágenes compartidas por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania muestran roturas de vidrios, caída de mampostería y daños en el mobiliario dentro de las oficinas.
El edificio se encuentra a unos 5 kilómetros al suroeste del Palacio Mariyinski, residencia presidencial del gobierno de Volodímir Zelensky. A pesar del conflicto, el gobierno ucraniano ha mantenido una apariencia de “normalidad”, permitiendo la operación de bancos, edificios públicos y comercios.
El ataque, uno de los más intensos de los últimos días, tuvo lugar cerca de las 7 de la mañana. Según testigos consultados por este medio, la explosión causó pánico entre la población: “Empezaron a estallar los vidrios, la gente se desesperó y tuvimos que correr a los refugios”, relató un cura que estaba dando misa frente a la embajada argentina y que prefirió permanecer en el anonimato por razones de seguridad. “Por suerte ocurrió temprano, antes de que la gente comenzara a circular para ir a sus trabajos”, agregó.
Los primeros reportes indican que una persona murió y otras 12 resultaron heridas. Rusia lanzó ocho misiles balísticos e hipersónicos Kinzhal sobre la capital ucraniana. En una conferencia anual de balance, el presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN deben prepararse para enfrentar nuevos desafíos tecnológicos que implican el uso de nuevas armas por parte de Rusia.
Putin propuso fijar como objetivo la ciudad de Kiev, concentrando las defensas aéreas ucranianas, mientras Rusia lanzaría un misil balístico hipersónico conocido como Oreshnik, con un alcance de entre 800 y 850 kilómetros. Estos misiles se emplearon por primera vez en noviembre sobre la ciudad de Dniéper, en el este de Ucrania.
Hasta el momento, no se ha informado si la Cancillería argentina ha convocado al embajador de Rusia en Buenos Aires para que brinde explicaciones sobre el ataque. Recientemente, después de las 13, el gobierno argentino emitió un comunicado en el que repudia “enérgicamente” la acción rusa. “Este ataque constituye una grave violación del derecho internacional, que garantiza la inviolabilidad de las misiones diplomáticas. Condenamos firmemente cualquier acto que ponga en peligro la seguridad del personal diplomático y la población civil, e instamos al cese inmediato de las hostilidades y al respeto de las normas internacionales”, se lee en el comunicado.
La onda expansiva de las explosiones también causó daños materiales dentro de la embajada argentina, según informó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania, y se presume que los daños pudieron haber sido el resultado de un misil interceptado a baja altura.
El ministro de Relaciones Exteriores de Portugal, Paulo Rangel, también se pronunció sobre el ataque y confirmó que los daños dentro de la embajada portuguesa fueron “relativamente leves” y no se reportaron heridos. “Esto es altamente condenable. Cualquier ataque de Rusia a Ucrania y a la ciudad de Kiev merece nuestra más fuerte condena, pero es absolutamente inaceptable que puedan ocurrir incidentes que afecten instalaciones diplomáticas”, señaló Rangel, quien añadió que en Lisboa se convocó al encargado de Negocios de la embajada rusa para presentar una “protesta formal”.