Los últimos registros recabados tanto por el Gobierno como por las consultoras económicas no son para nada determinantes: a esta altura del año, nadie podría asegurar con certeza cómo será la tan ansiada recuperación de la economía. El debate sobre la forma que tomará esa reactivación, simbolizada por letras como la “V corta” o la “pipa de Nike”, ha quedado desvirtuado. Ahora, la pregunta es otra: ¿cuál será la velocidad de la mejora? Y hasta el momento, nadie parece tener una respuesta clara.
Los hechos recientes arrojan más dudas que certezas. Después de que el Indec informara un crecimiento del 1,7% en junio en comparación con el mes anterior, diversas consultoras publicaron cifras que sugieren que agosto fue mucho más duro para la actividad económica. Estas cifras no hicieron más que confirmar lo que ya venían advirtiendo distintas cámaras empresarias: la economía no está saliendo de la recesión al ritmo que muchos esperaban.
Consultoras como Orlando Ferreres y Asociados y Equilibra pintan un panorama desalentador para agosto. Según Ferreres, la actividad se contrajo un 0,6% en comparación con julio, mientras que para Equilibra la caída fue del 0,4% intermensual. A la espera de las próximas mediciones oficiales del Indec, que sin duda serán la palabra más autorizada, los análisis preliminares indican que la economía sigue enfrentando grandes desafíos.
Recesión persistente: ¿El consumo puede reactivarse?
Con el fin de septiembre y el inicio de la primavera, el escenario parece no haber variado significativamente. Los grandes fabricantes de alimentos y supermercadistas consultados por medios como iProfesional coinciden en describir una dinámica “pesada” cuando se trata de consumo masivo. Las ventas no han mostrado signos de mejora sustancial, y la estabilidad parece ser, en el mejor de los casos, la norma.
Según datos de la consultora Scentia, hasta mediados de septiembre las ventas de las grandes cadenas de supermercados se ubicaban entre un 18% y 19% por debajo del mismo mes del año anterior. Este desplome no sorprende a los analistas, ya que es similar a las caídas observadas en meses anteriores. El titular de Scentia, Osvaldo del Río, señaló que desde abril no ha habido un cambio significativo en la medición intermensual: si bien no se ha producido un retroceso adicional, tampoco hay una mejora que pueda considerarse como un indicio de reactivación.
Entre las compañías líderes del sector alimenticio, el término “flojo” es el más común para describir el estado actual de las ventas. Aunque la elaboración de productos de la canasta básica, como arroz, fideos y harinas, ha dejado de caer en los últimos meses, las ventas en otros segmentos no muestran el mismo comportamiento. En el caso de productos no esenciales, como gaseosas, bebidas alcohólicas, snacks y algunos congelados, la recuperación parece estar aún lejos de concretarse.
La postura de las fábricas y supermercados
Los principales fabricantes de alimentos coinciden en dos aspectos fundamentales:
- Los productos de la canasta básica han mostrado una estabilización en las ventas, lo que indica que la demanda de alimentos esenciales ha dejado de caer. Algunas compañías señalan incluso una leve mejora en la comercialización de estos productos, aunque el avance sigue siendo lento.
- Los productos no básicos continúan siendo un foco de preocupación. En categorías como las bebidas, snacks y alimentos congelados, no hay señales de recuperación. Las empresas han optado por ofrecer descuentos y promociones para incentivar las ventas, pero los resultados siguen siendo modestos.
En el sector supermercadista, la situación es similar. Los responsables de dos grandes cadenas, una de alcance nacional y otra regional, coincidieron en que la actividad ha mejorado únicamente en productos básicos con buenos precios, es decir, aquellos con marcas propias o segundas marcas que resultan más accesibles para el consumidor.
“Estamos viendo una estabilización, pero no se puede hablar de una mejora en las ventas a nivel general”, afirmó un ejecutivo de una de las cadenas nacionales en diálogo con iProfesional. El patrón parece ser claro: los consumidores están priorizando productos más baratos, y las marcas premium siguen sin recuperar el terreno perdido durante la crisis.
La estabilidad del dólar y la inflación como factores clave
En medio de este complejo panorama, los empresarios consultados destacan que la estabilidad del tipo de cambio ha contribuido a mantener cierta calma en los mercados. “Los fabricantes ya no temen quedarse sin importaciones de insumos para producir. No hay problemas con los stocks, y el clima es más tranquilo, aunque estamos todos pendientes de la evolución del mercado interno. No queda otra alternativa que confiar en que las cosas mejoren”, explicó el director de una cadena regional de supermercados.
A nivel macroeconómico, las consultoras económicas y financieras también están atentas al comportamiento de los consumidores y a las señales que este pueda dar sobre el futuro de la recuperación económica. El último informe de la consultora Consultatio fue categórico en su diagnóstico: “La estabilización de la inflación y el impacto de la recesión han modificado las prioridades de la población. La recuperación de la actividad económica ahora encabeza la lista de preocupaciones del electorado”, sostuvo la consultora.
Este cambio en las prioridades también ha tenido un impacto directo en la percepción del gobierno por parte de la población. Según Consultatio, “la confianza de los consumidores sobre el rumbo de la economía se ha retraído en el último mes, lo que ha afectado negativamente la imagen del gobierno”.
Expectativas y encuestas recientes
Durante la última semana, dos encuestas resaltaron este cambio en las expectativas y el creciente deterioro en el optimismo de los consumidores. Una de ellas fue realizada por la Universidad de San Andrés, y la otra por la Universidad Torcuato Di Tella. Ambos estudios fueron enviados a las consultoras financieras y a los despachos de los funcionarios del gobierno, quienes ahora tienen más claro que la recuperación no será tan lineal ni tan rápida como se había previsto inicialmente.
Los datos de ambas encuestas señalan que la población sigue priorizando la lucha contra la inflación y la mejora en la actividad económica como los dos principales temas de preocupación. Sin embargo, la falta de avances visibles en estas áreas ha generado un creciente escepticismo sobre la capacidad del gobierno para revertir la situación en el corto plazo.
Conclusiones
En este contexto de incertidumbre, la economía argentina sigue enfrentando desafíos estructurales que dificultan una recuperación clara y sostenida. Aunque algunos sectores han mostrado cierta estabilidad en los últimos meses, como el de los alimentos básicos, el consumo masivo en general sigue estancado, y los productos no esenciales no logran recuperarse.
La estabilización del dólar y la moderación de la inflación han ayudado a calmar los temores de los empresarios, pero el mercado interno sigue siendo un interrogante. En este escenario, las consultoras y los analistas financieros coinciden en que la reactivación será más lenta y menos lineal de lo que el gobierno había anticipado, lo que añade más presión sobre el oficialismo en un año electoral clave.
Con el consumidor aún cauteloso y las expectativas en descenso, el desafío para la economía argentina no es solo salir de la recesión, sino hacerlo de manera sostenida, algo que, por ahora, sigue siendo incierto.