El apoyo a la industria del gas natural en el comunicado conjunto emitido por el Grupo de los Siete países en Hiroshima (Japón) alarmó a los ecologistas, pero no debería sorprender a nadie. Aunque la redacción de la declaración sugiere esfuerzos por limitar o restringir el apoyo a las inversiones en gas, envía una señal al mercado de que el gas está aquí para quedarse, según un nuevo informe de BloombergNEF.
Apoyo a las inversiones en gas natural licuado
La declaración hecha pública el 20 de mayo incluía una sección en la que se hablaba de la necesidad de abandonar el suministro energético ruso, mediante medidas de eficiencia energética y reducción de la demanda de gas. También se reconocía el impacto de la guerra de Rusia contra Ucrania en los precios mundiales del gas, la inflación y la vida de las personas.
A continuación, se lee: “En este contexto, subrayamos el importante papel que puede desempeñar el aumento de las entregas de GNL, y reconocemos que la inversión en el sector puede ser adecuada en respuesta a la crisis actual y para hacer frente a posibles déficits del mercado del gas provocados por la crisis. En la circunstancia excepcional de acelerar la eliminación de nuestra dependencia de la energía rusa, la inversión con apoyo público en el sector del gas puede ser apropiada como respuesta temporal, sujeta a circunstancias nacionales claramente definidas, si se aplica de forma coherente con nuestros objetivos climáticos sin crear efectos de bloqueo…”
La elección de la palabra “inversión” envía un mensaje claro a la industria, subrayando la diferencia entre expresar un compromiso para garantizar la seguridad del suministro y apoyar nuevas inversiones. Europa podría decidir firmar más acuerdos de suministro de GNL a largo plazo sin construir nuevas terminales de importación ni apoyar nuevos proyectos de exportación.
Suministro flexible de GNL
En el mercado existe suficiente cantidad de lo que BloombergNEF denomina “suministro flexible de GNL” para que Europa pueda hacerlo. Aunque el continente llega a la mesa de negociaciones en una posición vulnerable tras la crisis energética, se puede llegar a un acuerdo. Los proveedores de GNL intentarán exprimirles con contratos a 20 o 30 años, pero un acuerdo a 5 o 10 años no es imposible, sobre todo si el comprador está dispuesto a pagar.
Los precios del gas han bajado incluso a niveles anteriores a la guerra. El último análisis de BNEF muestra que Europa puede alcanzar su objetivo de almacenamiento de gas ya en septiembre. Para cuando se invierta en más terminales de importación, los precios pueden estar de nuevo en niveles muy asequibles.
Aun así, las nuevas inversiones en proyectos de suministro de GNL que se realicen hoy llegarán dentro de cinco años, junto con la avalancha de GNL que ya se espera que llegue al mercado. El año que viene se pondrán en marcha más proyectos estadounidenses de GNL, y en 2026 llegará al mercado una enorme expansión del GNL qatarí.
Los precios bajarán. La oferta está llegando. La redacción elegida por los líderes del G-7 para apoyar las “inversiones” en GNL demuestra que el arraigado control que el gas ejerce sobre estas economías no puede desprenderse fácilmente. A pesar de la formulación adicional en un intento de limitar esto – como “respuesta temporal” o “sin crear efectos de bloqueo” – servirá de poco. Una inversión es un bloqueo. No es temporal por naturaleza.
Los países del G-7 tienen mucho en juego con el GNL
Que los países miembros del G-7 se muestren cautos a la hora de denostar el GNL no debería sorprender a nadie. El GNL sirvió de salvavidas para Japón tras el desastre de Fukushima en 2011, y de nuevo en Europa tras la invasión rusa de Ucrania. Japón consumió el 18% del GNL mundial el año pasado. Estados Unidos se disputa el primer puesto de exportador de GNL.
Francia es actualmente la mayor entrada de flujos de GNL para el noroeste continental europeo. Italia cuenta con una de las terminales de importación de GNL más antiguas de Europa, y la del Reino Unido es la de mayor capacidad. Alemania puso en marcha su primera terminal de GNL en Wilhelmshaven en diciembre.
Y Canadá mantiene sus ambiciones de exportación de gas con el proyecto en construcción LNG Canada, en Columbia Británica. El proyecto, valorado en 40.000 millones de dólares canadienses (29.600 millones de dólares estadounidenses), está liderado por la energética Shell Plc y prevé grandes suministros a Petronas (Malasia), Mitsubishi Corp., PetroChina Co. y Korea Gas Corporation. La inversión será el mayor proyecto de infraestructuras de Canadá hasta la fecha.
Los países del G-7 no pueden cerrar la puerta al gas, y ahora es improbable que los del G-20 tampoco lo hagan. La industria del gas aprovechará esta circunstancia y se asegurará de que no se agote el reloj de las inversiones en el sector. Una señal ambigua del G-7 sobre el gas podría haber dejado al sector a la expectativa de lo que depare el futuro, pero la declaración de este fin de semana ha sido una clara señal de que las inversiones seguirán llegando, aunque sólo sea en “circunstancias excepcionales”. En todo caso, se trata de una cláusula subjetiva.