Debate y Convergencia

Escaso poder de fuego del Gobierno para frenar al dólar

El Banco Central argentino cuenta con diversas fuentes de reservas en dólares, pero todas ellas presentan limitaciones en su accesibilidad y liquidez. Según un informe de la consultora Eco Go, el organismo que preside Miguel Pesce cuenta con 1.200 millones de dólares de reservas netas, líquidas y disponibles, una cantidad insuficiente para atender las diversas demandas de dólares en el país, que incluyen el pago de deudas soberanas y provinciales, los intereses al Fondo Monetario Internacional y los importadores.

Además de las reservas líquidas, existen los encajes de los depósitos en dólares, que ascienden a unos 11.000 millones de dólares, pero que están destinados a financiar líneas de crédito a exportadores y, por lo tanto, son inmovilizados por los bancos. También se encuentran los swaps con China, el Banco de Basilea y la empresa SEDESA, que suman casi 23.000 millones de dólares, pero que no son fácilmente convertibles a dólares y tienen un acceso complicado.

El Banco Central cuenta con reservas en oro por 3.976 millones de dólares y DEGs (la moneda del Fondo Monetario Internacional) por 3.107 millones de dólares, que pueden utilizarse como garantía de un préstamo. Además, existen títulos públicos que se reparten entre el Banco Central y el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, que actualmente cotizan a cerca del 25% de su valor nominal y están rindiendo una tasa cercana al 60%. Sin embargo, estos papeles están siendo utilizados para aplacar los precios de los dólares MEP y Contado Con liquidación, y su venta implicaría aumentar la deuda neta del país en manos de acreedores privados.

En general, la capacidad del Gobierno argentino para intervenir en el mercado cambiario se ve limitada por la insuficiencia de las reservas en dólares y la dificultad para acceder a fuentes adicionales de financiamiento. Aunque se busca conseguir un refuerzo de dólares frescos por parte de organismos multilaterales de crédito o incluso líneas de financiación directa de otros gobiernos, estas opciones enfrentan barreras como el rechazo del FMI a prestar dólares sin antes blanquear una devaluación del peso más grande que la actual.

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