La clásica pregunta del día después surge inevitablemente: ¿quién ganó y quién perdió, en términos políticos, tras la violenta jornada de protesta en defensa de los jubilados?
Desde la perspectiva del Gobierno, el saldo es positivo. Para la administración de Javier Milei, los incidentes le permitieron recuperar oxígeno político en un momento crítico, en el que enfrentaba el impacto del “efecto criptoestafa”, la incertidumbre del mercado ante su acuerdo con el FMI, el malestar del sector agropecuario y las críticas de aliados y opositores. De manera inesperada, la violencia en las calles le permitió reforzar su narrativa y reactivar la polarización que le resultó tan rentable en 2023.
Las imágenes de manifestantes arrojando piedras, incendiando patrulleros y saqueando autos desviaron la atención pública de los cuestionamientos económicos hacia la seguridad y el orden. El presidente y sus funcionarios no tardaron en acusar a sectores políticos opositores de intentar desestabilizar su gobierno. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue la principal figura de la jornada, enfatizando que los disturbios no eran espontáneos y que detrás de ellos había grupos organizados con intención de generar caos.
El Rol de las Barras Bravas en la Protesta
Uno de los aspectos más llamativos fue la participación de hinchadas de fútbol en la protesta. Según la versión oficial, su presencia se debió a la agresión de un jubilado con la camiseta de Chacarita Juniors, lo que desencadenó una respuesta en cadena de distintas barras. Sin embargo, muchos analistas dudan de que estos grupos, conocidos por su vínculo con actividades ilícitas, actuaran desinteresadamente.
Bullrich aprovechó la situación para anunciar una ley antibarra más estricta y reforzar su imagen de “halcona”. Su liderazgo en el manejo de la crisis reforzó su perfil dentro del Gobierno, alimentando especulaciones sobre su posible candidatura en las elecciones legislativas.
La Reacción de los Sindicatos y el Debate Jubilatorio
Mientras tanto, los sindicatos tradicionales de la CGT se mantuvieron en gran parte al margen de la protesta, dejando el protagonismo a la CTA y a los gremios estatales. Esto sugiere que algunos sectores sindicales prefieren evitar una confrontación directa con el Gobierno, especialmente aquellos que buscan acuerdos salariales favorables.
En cuanto al reclamo de los jubilados, la oposición confía en que la situación seguirá siendo un tema sensible para la opinión pública. La gestión de Milei ha endurecido el sistema previsional, eliminando bonos compensatorios y favoreciendo a los jubilados con mayores aportes en detrimento de quienes accedieron mediante moratorias. Esta política podría traerle costos políticos si la situación económica no mejora rápidamente.
Conclusión: Una Jugada de Alto Riesgo
El Gobierno ha apostado a la polarización como estrategia para consolidar su base de apoyo. Sin embargo, el impacto político de los disturbios dependerá de cómo evolucione la percepción pública. Si Milei logra convencer de que la violencia provino exclusivamente de la oposición y que su administración es garante del orden, su imagen podría salir fortalecida. Pero si el descontento por la situación económica y el ajuste a los jubilados sigue creciendo, podría terminar debilitado.
La pregunta sigue abierta: ¿fue un punto de inflexión que favoreció al Gobierno, o la semilla de un conflicto mayor? La respuesta se definirá en los próximos meses.