El Gobierno de Javier Milei ha decidido eliminar el Impuesto PAIS que grava las compras de productos y servicios en el exterior con tarjeta, conocido como “dólar tarjeta”, a partir de fin de año. Este tipo de cambio es uno de los más altos del mercado, ya que está compuesto por el tipo de cambio oficial minorista más un 30% de Impuesto PAIS y un 30% adicional de anticipo a las Ganancias, lo que lo coloca por encima de los $1600. Con la eliminación del PAIS, el “dólar tarjeta” pasará a cotizar a poco más de $1300, aunque aún por encima de los dólares alternativos como el MEP o el blue, que se encuentran alrededor de $1130.
A pesar de que actualmente el “dólar tarjeta” es poco utilizado debido a su alto costo en comparación con los tipos de cambio paralelos, la eliminación del impuesto genera expectativas en el mercado de un aumento en la demanda de este tipo de cambio durante la temporada de vacaciones de verano. Esto podría tener un impacto negativo sobre las reservas del Banco Central, especialmente en un contexto donde las reservas netas siguen siendo negativas, aunque mejoraron en los últimos meses tras la asunción de Milei.
¿Cómo afectará la eliminación del Impuesto PAIS?
Para algunos analistas, la eliminación del impuesto PAIS no debería afectar de forma significativa las reservas del BCRA, dado que el tipo de cambio paralelo sigue siendo más atractivo para quienes necesitan divisas. Camilo Tiscornia, economista director de C&T, asegura que el impacto no está tanto en las reservas del Banco Central como en la capacidad del comercio exterior para generar superávit, que financie tanto las importaciones como los consumos de los viajeros.
Desde el gobierno, aseguran que el objetivo de la eliminación del impuesto es normalizar el mercado cambiario y reducir las distorsiones generadas por los impuestos y recargos en el tipo de cambio. Según Gabriel Caamaño, director de Outlier, el mercado resolverá el precio del dólar sin necesidad de impuestos adicionales. De acuerdo con este análisis, el BCRA continúa comprando divisas, lo que ayuda a moderar el impacto en el mercado cambiario.
La posible demanda adicional del “dólar tarjeta”
Aunque muchos consumidores probablemente seguirán prefiriendo el MEP debido a que es más económico que el “dólar tarjeta”, el hecho de que la diferencia de precios sea menor podría llevar a un aumento en la demanda del “dólar tarjeta”. Esto se debe a que, aunque sigue siendo más caro que el MEP, con el tipo de cambio proyectado en poco más de $1300, sigue siendo una opción atractiva para quienes planean viajar o hacer compras en el exterior. Esto podría generar presiones sobre la brecha cambiaria y aumentar la demanda de divisas en los mercados alternativos, lo que podría afectar la estabilidad de las reservas.
El equipo de investigación de Portfolio Personal Inversiones advierte que, si bien el dólar tarjeta seguirá siendo más caro que el dólar MEP, la mayor proximidad de los precios podría inducir a un repunte en su uso. Sin embargo, esta mayor demanda podría generar presiones adicionales sobre la brecha cambiaria.
Perspectivas y riesgos para las reservas
El analista financiero Christian Buteler resalta que, aunque la eliminación del Impuesto PAIS generará más demanda de dólares a través de este tipo de cambio, la medida es positiva porque representa un paso hacia la normalización del mercado cambiario. En su opinión, no se pueden seguir aplicando impuestos y restricciones de manera indefinida, ya que estas distorsiones contribuyen al déficit de reservas. A pesar de las presiones sobre las reservas debido al aumento de la demanda de divisas, Buteler considera que el momento es adecuado para dar este paso, especialmente con la desaceleración de la inflación y la calma cambiaria.
A pesar de los riesgos, los analistas coinciden en que la eliminación del Impuesto PAIS es una medida orientada a la corrección de las distorsiones fiscales y a la gradual normalización del mercado cambiario. Sin embargo, la expectativa es que, en el corto plazo, aumente el consumo de dólares a través del “dólar tarjeta”, lo que podría generar nuevas presiones sobre las reservas del Banco Central, especialmente durante los meses de verano, cuando la demanda de divisas suele crecer.