El trono de San Pedro vacante: candidatos, alianzas e intrigas en el cónclave tras la muerte de Francisco

Roma, bajo silencio.
Con la muerte de Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano de la historia, el Vaticano entra en sede vacante. Las campanas resuenan, las cortinas púrpuras cubren las insignias papales, y la maquinaria del poder eclesiástico se pone en marcha. Comienza el cónclave: esa antigua, solemne y altamente política ceremonia donde 120 cardenales con derecho a voto se encierran —literalmente— hasta elegir a un nuevo sucesor de Pedro.

Pero esta vez, la elección papal ocurre en un contexto inédito: con un catolicismo global profundamente fragmentado, una curia enfrentada por líneas ideológicas, y un legado —el de Francisco— tan amado como resistido. El próximo Papa deberá navegar entre los desafíos espirituales de una Iglesia en declive en Occidente, el crecimiento del cristianismo en el Sur Global, y las tensiones entre apertura pastoral y rigidez doctrinal.


Los nombres que resuenan tras los muros vaticanos

Aunque las deliberaciones del cónclave se mantendrán en secreto, ya circulan nombres con fuerza entre las congregaciones previas. Y como siempre, cada candidato es más que un nombre: representa una geografía, una sensibilidad, una idea de Iglesia.

  1. Cardenal Matteo Zuppi (Italia):
    Arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Hombre de confianza de Francisco, con un fuerte compromiso social y cercanía al movimiento de Sant’Egidio. Es visto como una figura de continuidad, capaz de mantener el tono pastoral del pontífice saliente, pero con mayor capacidad de gestión interna. Su talón de Aquiles: la resistencia del ala más conservadora.
  2. Cardenal Peter Turkson (Ghana):
    Ex prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral. Su elección representaría una señal clara de descentralización y apertura al Sur Global. Progresista en materia social, más tradicional en moral sexual. Tiene apoyo entre los cardenales africanos, pero su falta de influencia en la curia romana lo complica.
  3. Cardenal Luis Antonio Tagle (Filipinas):
    Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Cercano a Francisco, carismático, joven (en términos eclesiásticos), y con un perfil teológico moderado. Es el candidato natural de la “Iglesia en salida”, pero algunos lo ven como demasiado blando frente a los desafíos de gobierno.
  4. Cardenal Christoph Schönborn (Austria):
    Teólogo brillante, moderado, respetado por todos los sectores. Tiene el respaldo de importantes sectores alemanes y centroeuropeos, pero su edad (80 años) y sus problemas de salud lo alejan de una elección viable.
  5. Cardenal Raymond Burke (EE.UU.):
    Figura clave del ala ultraconservadora. Crítico feroz de Francisco, defensor de la misa en latín y del retorno a una liturgia preconciliar. Aunque cuenta con apoyo mediático y económico entre sectores tradicionalistas, su perfil polarizante lo convierte más en un “candidato de bloqueo” que en uno real.

Un cónclave con fracturas internas

Desde dentro, el cónclave no será solo un espacio de oración y discernimiento. Las luchas de poder serán intensas. Hay al menos tres frentes bien definidos:

  • El bloque progresista, que busca consolidar la agenda de Francisco: una Iglesia pastoral, enfocada en los pobres, tolerante en cuestiones sexuales y firme en su crítica al capitalismo depredador.
  • El sector tradicionalista, que ve en Bergoglio un destructor del orden y clama por un “restaurador” del dogma y la disciplina clerical.
  • El grupo geopolítico, integrado por cardenales de África, Asia y América Latina, que exigen representación y protagonismo frente al eurocentrismo eclesiástico.

Las alianzas serán claves. Y también los votos de los indecisos: cardenales que, sin liderar un bloque propio, pueden inclinar la balanza si encuentran un perfil de síntesis.


El legado de Francisco: bendición o carga

Nadie entra al cónclave sin pensar en Francisco. Su figura polarizó, pero también renovó. Rompió protocolos, acercó la Iglesia a los márgenes, promovió el diálogo interreligioso y denunció los males del sistema global. Pero también dejó tensiones sin resolver: la crisis de los abusos, la falta de reformas estructurales en la curia, y una desconexión creciente con sectores conservadores.

El próximo Papa deberá decidir si toma esa posta, si la modera o si da marcha atrás.


La Iglesia que vendrá

El mundo observa. Mientras el humo blanco aún no se eleva sobre la Capilla Sixtina, las preguntas se multiplican: ¿será un Papa del Sur? ¿Un teólogo diplomático? ¿Un pastor restaurador? ¿Alguien inesperado?

Más que una sucesión, este cónclave será una elección entre modelos de Iglesia. Y lo que está en juego no es solo la autoridad espiritual de mil millones de fieles, sino también el lugar que la Iglesia católica ocupará en el siglo XXI: entre la modernidad y la tradición, entre la compasión y la norma, entre la esperanza y el poder.

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