El regreso del deber: el Gobierno lanza un nuevo Servicio Militar Voluntario con impronta patriótica y formación laboral

En una medida que articula formación militar, capacitación laboral y reivindicación simbólica de las Fuerzas Armadas, el Gobierno nacional anunció la creación de un nuevo Servicio Militar Voluntario, dirigido a jóvenes de entre 18 y 28 años, bajo la órbita conjunta de los ministerios de Defensa y Capital Humano. El anuncio fue realizado por el vocero presidencial, Manuel Adorni, en conferencia de prensa desde Casa Rosada.

“El propósito de este nuevo servicio es inculcar en los jóvenes los altos valores que siempre caracterizaron a las Fuerzas Armadas: el esfuerzo, el valor, la disciplina y el amor por la Nación. Todos los que sientan el fuego sagrado de representar a la Patria son bienvenidos”, expresó Adorni, en un tono marcadamente épico que remite a una concepción tradicional del rol de las Fuerzas Armadas como pilar moral de la República.

Según se informó, el programa tendrá una estructura voluntaria y formativa: los jóvenes podrán instruirse en oficios concretos, como cocina, mecánica, tareas de vigilancia y mantenimiento, al tiempo que recibirán entrenamiento militar básico y formación en respuesta ante emergencias, tales como inundaciones, incendios o catástrofes naturales. El Estado ofrecerá a los inscriptos una remuneración económica, encuadrada como una contraprestación formativa válida dentro del esquema de programas sociales.

“Es una herramienta para que los jóvenes puedan desenvolverse mejor en el futuro, una combinación entre formación, disciplina y valores patrióticos”, subrayó el vocero presidencial.

Formación cívico-militar y control simbólico

La decisión retoma una línea discursiva que el oficialismo sostiene desde diciembre de 2023, cuando se presentó un plan para mejorar el Servicio Militar Voluntario existente, con el objetivo de combinar “educación, capacitación y funciones tácticas, técnicas y logísticas”. No se trata de una vuelta al servicio militar obligatorio, abolido en 1994 tras el escándalo del asesinato del conscripto Omar Carrasco, pero sí de un relanzamiento institucional que apunta a revalorizar a las Fuerzas Armadas como herramienta de integración social.

La iniciativa también busca ordenar y canalizar parte del universo de beneficiarios de planes sociales, bajo un marco que promueve la autosuficiencia y el deber. En ese sentido, se inscribe dentro de la retórica del gobierno actual, que sostiene que la “cultura del trabajo y del esfuerzo” debe reemplazar a lo que consideran una lógica de asistencialismo crónico.

En términos operativos, el programa incluirá una ampliación de las semanas de instrucción inicial, con contenidos específicos sobre defensa civil, disciplina, liderazgo y tareas de apoyo logístico en situaciones de crisis.

Un viejo anhelo de Bullrich y una batalla por el sentido

Durante la gestión de Mauricio Macri, la entonces ministra de Seguridad Patricia Bullrich había impulsado un modelo similar, aunque con menor alcance y escasa convocatoria. En aquel momento, la propuesta fue cuestionada por organismos de derechos humanos y por sectores que veían en ella una forma de “militarización encubierta” de la juventud pobre. Sin embargo, en el actual contexto, el Gobierno retoma y amplía esa experiencia, en línea con su discurso de orden, mérito y patriotismo.

La propuesta puede leerse también como parte de una estrategia de revalorización simbólica de las Fuerzas Armadas, históricamente relegadas a un rol menor en el período democrático, y que hoy vuelven a ocupar un lugar visible como actores de cohesión y contención social, al menos en la narrativa oficial.

Entre la necesidad y la épica

En un país con más del 50% de los jóvenes bajo la línea de pobreza y altos niveles de desocupación juvenil, el Servicio Militar Voluntario aparece como una oferta concreta de salida, capacitación y pertenencia. El Gobierno apela a una combinación de pragmatismo y épica: proveer herramientas útiles para la vida laboral mientras se refuerzan los valores tradicionales de disciplina y amor a la Patria.

No obstante, la iniciativa abre interrogantes. ¿Cuál será el perfil social de quienes se inscriban? ¿Será una oportunidad de formación real o una forma de canalizar el desempleo juvenil hacia estructuras verticalistas? ¿Qué tipo de “valores” se transmitirán y con qué finalidad última?

Por ahora, el Ejecutivo apuesta a que el programa sume adhesiones en un sector juvenil que, según entienden, necesita estructura, pertenencia y horizonte. En tiempos de crisis, el Estado vuelve a ofrecer una bandera, una formación y una misión. El deber, como concepto, ha vuelto al centro del escenario.

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