Debate y Convergencia

El qué y porque desde Washington: Rusia y la opción nuclear

WASHINGTON.- — 

Es hora de recordar ¿qué pasaría en caso de una guerra nuclear? Y más específicamente ¿qué le pasaría a usted? en caso de una guerra nuclear.

Antes de empezar, no debe quedar ninguna duda, todos los países de la tierra sufrirían las consecuencias y en menos de 6 meses la vida humana, y la vida animal cesarían completamente en todo el planeta, incluidos sus mares y océanos.

Lo anterior no lo digo yo, lo dicen la Agencia Internacional de Energía Atómica, La Organización de Naciones Unidas y varios reportes desclasificados y públicos del gobierno de Estados Unidos.

La explicación específica que dan todas entidades no es muy larga, pero si causa escalofríos porque además de la destrucción inmediata de las ciudades de los países involucrados en un enfrentamiento de guerra nuclear las consecuencias incluirían:

Tormentas de fuego.

Una radiación generalizada que empezaría a descender sobre todos los continentes, en las 24 horas siguientes a la explosión de las ojivas nucleares montadas en misiles.

Esto sería seguido por un invierno nuclear, causado por el humo estratosférico de las explosiones, que cubriría la luz solar y como consecuencia las temperaturas de la tierra descenderían en las zonas más cálidas a entre menos 25 y 45 grados centígrados, y en el hemisferio norte podrían llegar a menos 85 grados centígrados.

Habría también enfermedades mortales debido a la radiación generalizada por lluvia radiactiva y la pérdida temporal de gran parte de la tecnología moderna debido a los pulsos electromagnéticos.

La radiación resultante contaminaría mares, lagos, ríos, que no solo se enfriarían a extremos inimaginables, sino que aumentarían sus niveles de acidez. La vida marina moriría también y todo el medio ambiente que conocemos no soportaría ya ningún tipo de vida.

Las plantas no tendrían fotosíntesis, y en consecuencia habría mortandad de las especies vegetales, la cadena de vida se afectaría, y sería reemplazada por muerte generalizada.

Los afortunados serían los que mueran primero, la agonía de los que queden sería cruel y angustiosa… la muerte humana está garantizada.

En inglés, el acrónimo M.A.D., representa- “Mutual Assured Destruction” pero en inglés MAD significa también locura. Nunca un acrónimo ha sido tan preciso y, aun así, aquí estamos hoy en el año 2022, hablando de la posibilidad de una guerra nuclear, muy posiblemente iniciada por Rusia.

Hace ya 40 años que el presidente Ronald Reagan en el apogeo de la guerra fría reconoció que en una guerra nuclear no hay vencedores. Decía Reagan, “Una guerra nuclear no se puede ganar y nunca debe ser librada”.

Reagan buscaba en esa época un desarme total con la entonces Unión Soviética y por eso afirmó múltiples veces: “El único valor de que nuestras dos naciones posean armas nucleares es asegurarse de que nunca se utilicen. Un arma que puede llevar a la autodestrucción no es un arma que pueda usarse estratégicamente”.

Pero, Ojo el error que siempre ha existido en cuanto a las armas nucleares es que, en todos los países que las poseen, quienes están encargados de ellas, son gente cuerda. Después de este episodio de enfrentamiento del mundo civilizado con Rusia ese análisis debe ser revalorado; y el resultado debe resultar en una fórmula que nos asegure que esas armas serán resguardas en los nueve países que hoy las tienen, por gente que no esté loca.

Usted debe saber que la fuerza destructiva en los 9 países que tienen poder atómico militar no es la misma. La India y Pakistán tienen una capacidad destructiva de unos 40 kilotones, las bombas que cayeron en Japón no eran mayores de 10 kilotones. Las que Estados Unidos y Rusia poseen hoy día varían en rango de entre 50 y 1.200 y 1,500 kilotones.

No solamente las explosiones serían mucho mayores, sino con las cantidades de combustible que hay en las ciudades del planeta, los incendios producidos arderían durante mucho tiempo, y eso a su vez afectaría todos los climas y la vida que depende de ellos.

Rusia y Estados Unidos son los países que tienen en su poder y bajo su control el 93 por ciento de todas las armas nucleares, el gobierno en Moscú controla 6,850; y el gobierno de Washington controla 6,450 (que son mucho menos que las 40,000 que tuvo la Unión Soviética, y las aproximadamente 30,000 que tuvo Estados Unidos a mediados de la década de 1980).

Importante saber que un enfrentamiento nuclear no consiste en solamente lanzar un misil de un país al otro, la cadena de disparos es un mecanismo altamente complejo que incluye disparos por aire mar y tierra de múltiples fuentes. Esto garantiza que una guerra nuclear involucraría a todos los arsenales y duraría varias horas quizás más de u día.

Los sistemas de disparo nuclear en el caso de Rusia y de Estados Unidos dependen directamente de la cabeza de sus gobiernos. En este caso, directamente de Vladimir Putin y del presidente Joe Biden. En el caso de Estados Unidos, y dependiendo de la cadena de disparo del plan elegido por el presidente, el comando recaerá en las tripulaciones estadounidenses que operan los submarinos que transportan misiles nucleares, los aviones de combate que pueden lanzar bombas nucleares o las tropas que supervisan los misiles balísticos intercontinentales en tierra. Las ordenes de disparo serían verificadas antes de pasar a los oficiales militares encargados de los lanzamientos de defensa.

Estos equipos de lanzamiento que han practicado las secuencias frecuentemente deben pasar por un proceso de desbloquear varias cajas fuertes, ingresar una serie de códigos y girar las llaves para lanzar los misiles. El entrenamiento de estos equipos es de gran disciplina y por eso los equipos saben que su deber es “ejecutar las ordenes, no cuestionarlas”.

Los misiles balísticos intercontinentales podrían tardar tan solo cinco minutos en lanzarse desde el momento en que el presidente de la orden de ataque. Los misiles lanzados desde submarinos tardan unos 15 minutos. Hay varios mecanismos para evitar errores, porque una vez dada la orden final, no hay vuelta atrás.

En Washington hoy, existen serias preocupaciones por el expansionismo ruso. Contemplar la destrucción paulatina de Ucrania no es fácil, sobre todo porque es obvio que la población civil ha sido un blanco original de los militares rusos. Ellos están repitiendo las mismas atrocidades que el mundo les permitió cometer en Siria.

Si Putin en su desvarío asaltara a un país báltico, EE. UU. estaría obligado a intervenir militarmente y eso nos llevaría seguramente a un enfrentamiento nuclear.

Los expertos militares en el Pentágono están seguros de que Rusia usaría armas nucleares al comienzo de una pelea como una forma de “intensificar o reducir el conflicto”. Putin podría usar una carga nuclear baja para tratar de imponerse, sabiendo que el mundo occidental tiene miles de veces más que perder que Rusia.

Pero ese no es el verdadero peligro. Lo que le quita el sueño a quienes saben de estas cosas es que Putin use armas nucleares si se ve al borde de una derrota o su vida este en peligro.

Olga Oliker y Andrey Baklitskiy, que son expertos en la estrategia nuclear de Rusia, escribieron en la página web del sitio militar, “War on the Rocks”, que… “La doctrina militar de Moscú establece claramente que las armas nucleares se usarán solo en respuesta a un adversario que use armas nucleares u otras armas de destrucción masiva”, o si…” La supervivencia de Rusia estuviera en duda”.

En otras palabras, Rusia solo usaría armas nucleares en represalia o para evitar una extinción segura. Pero, usted se da cuenta que parte de este silogismo no encaja; ¿quién determinará si ese momento llega a producirse?, y hasta hoy la respuesta es Vladimir Putin. El mismísimo dictador que acaba de dejar al mundo entero con la boca abierta al lanzar un ataque cruel y mortal contra Ucrania. El mundo se sorprendió porque todos afirmaban que… “Nunca lo haría”.

Por eso decimos que, si Putin se ve perdido, lo más peligroso seguirá siendo como hoy: La opción nuclear.

Fuente:NYT, EEUU

* Por casi tres décadas el periodista Armando Guzmán se ha ganado el reconocimiento en México y Estados Unidos por su cobertura en Washington. Puede seguirlo en los diferentes medios y plataformas, como radio, televisión, prensa escrita e internet.


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