El peronismo cruje: Bianco desafía al cristinismo y expone la fractura con Kicillof

“La unidad del peronismo hoy no está garantizada”. La frase del ministro de Gobierno bonaerense, Carlos Bianco, cayó como una bomba en el corazón del cristinismo, justo en la semana en que ese sector renovó sus críticas a Axel Kicillof por haber desdoblado las elecciones provinciales.

Lejos de matizar su postura, Bianco insistió en una idea que recorre todo el armado político que rodea al gobernador: “Hay que respetar el espacio del Gobernador”. Es el eje de la pulseada que enfrenta al kicillofismo con La Cámpora y el círculo más estrecho de Cristina Kirchner. Kicillof quiere que se reconozca su rol como líder político autónomo, respaldado por intendentes y capital político propio.

La respuesta camporista no tardó. Un dirigente cercano a Máximo Kirchner retrucó con molestia: “No se entiende por qué Bianco dice lo que dice. Cristina ha cedido en su posición, los bloques legislativos están unidos, y el gabinete de Axel tiene representantes de todos los sectores. Decir que no hay unidad es una falsedad”.

En La Plata, sin embargo, la visión es opuesta. El entorno de Kicillof afirma que no hay ni mesas de diálogo ni voluntad de negociación real. “Esto no se trata de decir, sino de hacer”, sostienen. Y apuntan a una verdad incómoda: muchos de los proyectos del Gobernador no cuentan con el respaldo pleno del bloque legislativo de Unión por la Patria.

La disputa quedó al desnudo tras una maratónica reunión en La Plata, el 6 de abril, entre Kicillof, Cristina, Massa, Máximo Kirchner y otros dirigentes de peso. Según el kicillofismo, allí se anunció que el Gobernador desdoblaría las elecciones al día siguiente. Desde el cristinismo lo niegan: aseguran que se había pactado seguir discutiendo y que el anuncio fue una jugada inconsulta. Para algunos, incluso, una traición.

Máximo Kirchner, dicen en La Plata, advirtió en ese encuentro que si Kicillof avanzaba con el desdoblamiento, su madre podría ser candidata en la Tercera Sección. En el entorno del Gobernador lo tomaron como una amenaza. En el Instituto Patria, en cambio, minimizan el episodio y lo presentan como una hipótesis que Cristina ya había planteado días antes en Ciudad Evita.

La tensión escaló. Desde entonces no hubo más reuniones. Ni formales ni informales. El silencio entre los actores centrales es elocuente. El cristinismo sospecha que el kicillofismo prepara una ruptura y evalúa competir con una lista propia. “Parece que no les interesa la unidad del espacio”, deslizan con desconfianza.

En paralelo, Cristina Kirchner sigue recibiendo a intendentes y emite señales de voluntad unificadora. “Háganle saber al Gobernador que yo trabajo por la unidad del espacio”, dijo en una reunión reciente en el Instituto Patria. Pero también, en privado, exige señales de reciprocidad.

Bianco, por su parte, blanqueó una línea de fondo del MDF (Movimiento Directo al Futuro), el esquema político que encabeza Kicillof: “Somos el sector mayoritario, lo midas como lo midas. Tenemos intendentes, votos y representación”. Es el argumento con el que el Gobernador busca hacerse valer en el ajedrez electoral de cara a las listas.

La desconfianza es total. Los puentes están rotos. La unidad, por ahora, es una palabra vacía. O un deseo frágil que se sostiene en discursos, pero se resquebraja en los hechos.

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