El largo brazo de Teherán: los grupos terroristas sostenidos por Irán y su rol en la geopolítica del terror

Antes o después de la cumbre presidencial del Mercosur, prevista para los primeros días de julio, Luiz Inácio Lula da Silva planea visitar a Cristina Fernández de Kirchner en el departamento de San José 1111, donde la ex mandataria cumple prisión domiciliaria tras la condena de seis años ratificada por la Corte Suprema en el caso Vialidad. La intención del presidente de Brasil, revelada por su entorno político más próximo, agrega un elemento de tensión a una cumbre ya marcada por la frialdad en el vínculo entre Lula y Javier Milei.

Fue Paulo Pimenta, diputado del PT y figura cercana a Lula, quien adelantó en Buenos Aires la posibilidad del encuentro. La visita aún no fue confirmada oficialmente por el gobierno brasileño, pero generó inquietud en la Casa Rosada. En Balcarce 50 optaron por restarle dramatismo al tema: “Si va, no pasa nada. Milei también visitó a Bolsonaro y a dirigentes de Vox en España”, relativizaron fuentes del entorno presidencial. Sin embargo, admiten que el clima entre ambos líderes dista de ser cordial y no esperan gestos de acercamiento en la reunión regional.

El distanciamiento personal se profundizó desde la campaña electoral que llevó a Milei al poder. El presidente argentino llegó a calificar a Lula como un representante del “comunismo” y rechazó establecer vínculos con gobiernos de esa línea ideológica. En contraste, Lula había recibido en Brasilia a Sergio Massa, el candidato del oficialismo argentino, en un claro gesto de respaldo político. Desde entonces, las cumbres compartidas por ambos han sido meramente protocolares. La más reciente, en la ONU, transcurrió sin siquiera un saludo.

La situación de Cristina Kirchner es una herida abierta en el vínculo entre Brasil y Argentina. Apenas conocida la decisión de la Corte Suprema de dejar firme la condena contra la ex presidenta, Lula publicó un mensaje en redes sociales donde expresó su “solidaridad” y elogió la “serenidad y determinación” con que ella enfrenta el proceso judicial. Ese mismo respaldo fue amplificado por Pimenta, quien aseguró: “Lula visitará a su amiga Cristina para transmitirle su cariño y solidaridad”.

En entrevistas, Pimenta comparó el caso de la ex presidenta con el proceso judicial que enfrentó Lula por la causa Lava Jato, que lo llevó a pasar casi 600 días en prisión antes de que los fallos fueran anulados. “Quiero ser parte de esta lucha que, más tarde o más temprano, terminará con Cristina libre”, declaró el legislador brasileño en vísperas de la multitudinaria marcha que se realizó en la Plaza de Mayo en apoyo a la ex mandataria.

Mientras tanto, la cumbre del Mercosur se aproxima con una agenda cargada y un clima gélido. Milei deberá entregar la presidencia pro-témpore del bloque a Lula en un contexto de desencuentro político. Desde ambos lados, sin embargo, coinciden en “encapsular” la frialdad personal y garantizar la fluidez del vínculo comercial. “Se hablarán lo justo y necesario”, sostienen en Casa Rosada.

Entre los temas centrales de la cumbre estarán el acuerdo arancelario interno y el tratado UE-Mercosur, aún pendiente de ratificación. Además de Milei y Lula, participarán los presidentes de Uruguay, Yamandú Orsi, y de Paraguay, Santiago Nieto. La presencia de Luis Arce, mandatario boliviano, aún no está confirmada debido a su enfrentamiento con Evo Morales.

Será también la última cumbre para Luis María Kreckler, negociador argentino ante el Mercosur, que dejará su cargo pocos días después y será reemplazado por el ex embajador en Alemania Fernando Brun, antes de retornar a su puesto consular en San Pablo.

La eventual visita de Lula a Cristina Kirchner, en este marco, añade una dimensión simbólica y política a una cumbre que, lejos del entusiasmo integracionista de otros tiempos, se anticipa como una cita diplomática sin gestos ni reconciliaciones.

Tú dijiste:

realizar una nota periodística extensa y profesional sobre los grupos terroristas que cobija y sostiene el gobierno de Irán y su compromiso con las acciones terroristas en el mundo

ChatGPT Plus

Título:
El largo brazo de Teherán: los grupos terroristas sostenidos por Irán y su rol en la geopolítica del terror

Por Osvaldo [Apellido]

Introducción
Mientras la comunidad internacional multiplica sus esfuerzos por contener el terrorismo global, el régimen de Irán continúa desempeñando un papel central y polémico como patrocinador estatal de diversas organizaciones que actúan como brazos armados de su influencia regional y extraterritorial. Desde Medio Oriente hasta América Latina, los tentáculos de Teherán se extienden a través de grupos como Hezbollah, Hamas, la Yihad Islámica Palestina y diversas milicias chiitas en Irak, Siria y Yemen. La evidencia acumulada por organismos internacionales, servicios de inteligencia y gobiernos occidentales señala que el régimen iraní no sólo ampara a estas organizaciones, sino que las financia, entrena, arma y utiliza como instrumentos de presión geopolítica, desestabilización regional y extensión ideológica.

Irán como Estado patrocinador del terrorismo
Desde 1984, el Departamento de Estado de EE.UU. incluyó a Irán en su lista de países que patrocinan el terrorismo. La República Islámica, gobernada por una teocracia chiita desde la revolución de 1979, no ha abandonado desde entonces su vocación de resistencia armada contra Occidente y sus aliados, especialmente Israel, Arabia Saudita y Estados Unidos. Esta política de «exportación de la revolución islámica», sostenida doctrinariamente por el líder supremo Ali Jamenei y operativamente por la Guardia Revolucionaria, se canaliza a través de su brazo de élite, la Fuerza Quds, encargada de las operaciones en el extranjero.

Según informes de inteligencia y declaraciones públicas de funcionarios de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania e Israel, Irán destina cientos de millones de dólares anuales al sostenimiento de milicias extranjeras. En 2023, el entonces jefe del Comando Central de EE.UU., Michael Kurilla, aseguró que “la red de milicias y grupos terroristas apoyados por Irán representa la mayor amenaza para la estabilidad de Medio Oriente”.

Hezbollah: el principal instrumento de proyección
El caso más paradigmático es el de Hezbollah, el grupo chiita libanés fundado en los años 80, que responde política y militarmente a Teherán. Considerado organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea y varios países latinoamericanos, Hezbollah ha sido acusado de múltiples atentados, incluidos los perpetrados en Argentina contra la AMIA (1994) y la embajada de Israel (1992), que dejaron un saldo de más de 100 muertos.

Hezbollah no sólo actúa como milicia en el sur del Líbano y Siria, sino que tiene presencia comprobada en África, Europa y América Latina. Según informes de inteligencia, cuenta con una red de financiamiento a través de empresas de fachada, tráfico de drogas, contrabando y lavado de dinero, especialmente en la zona de la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay.

Irán sostiene logística y financieramente a Hezbollah a través de la Fuerza Quds, que opera desde embajadas, consulados y centros culturales como canales diplomáticos de encubrimiento. El vínculo es ideológico y estratégico: Hezbollah no actúa sin el visto bueno de Teherán. Su objetivo declarado es la destrucción del Estado de Israel y la defensa del islam chiita.

Hamas y Yihad Islámica: respaldo más allá de las diferencias sectarias
Aunque el régimen iraní es chiita y Hamas es una organización sunita de raíz islamista, la alianza entre ambos ha crecido en las últimas décadas en nombre de un enemigo común: Israel. Irán ha financiado el desarrollo de capacidades balísticas y armamentísticas de Hamas y la Yihad Islámica Palestina en Gaza, convirtiéndolos en actores centrales del conflicto israelí-palestino.

Durante la ofensiva del 7 de octubre de 2023, en la que Hamas asesinó a más de 1.200 civiles israelíes, distintos analistas y servicios de inteligencia atribuyeron a Irán un rol en la planificación y entrenamiento previo. Aunque Teherán negó haber intervenido directamente, celebró los ataques públicamente y justificó su legitimidad en nombre de la “resistencia”.

Las milicias chiitas en Irak y Siria: una red paramilitar transnacional
Tras la caída de Saddam Hussein, Irán encontró en Irak terreno fértil para multiplicar su influencia. Grupos como Kataeb Hezbollah, Asaib Ahl al-Haq y Harakat al-Nujaba operan como milicias proiraníes que han atacado fuerzas estadounidenses, kurdas y opositoras a Bashar al Assad, el aliado sirio de Irán.

Estas milicias responden directamente a la Guardia Revolucionaria y han sido claves en el sostenimiento del régimen sirio durante la guerra civil, así como en el combate contra el Estado Islámico (ISIS), aunque con una agenda sectaria y geoestratégica propia. Su acción ha provocado desplazamientos masivos, masacres y el fortalecimiento de una arquitectura paralela al Estado en zonas críticas de Irak y Siria.

Los hutíes en Yemen: la guerra por procura contra Arabia Saudita
En Yemen, Irán sostiene militar y financieramente a los hutíes, una milicia chiita zaidí que enfrenta desde 2015 a la coalición liderada por Arabia Saudita. Este conflicto, considerado una guerra por poderes entre Riad y Teherán, ha sido uno de los más cruentos del siglo XXI, con más de 250.000 muertos y una crisis humanitaria sin precedentes.

Los hutíes han lanzado misiles y drones contra territorio saudita y, más recientemente, contra buques internacionales en el mar Rojo, amenazando el comercio global. Estos ataques cuentan con tecnología iraní y son coordinados con la estructura de apoyo de la Fuerza Quds, como han documentado expertos del Consejo de Seguridad de la ONU.

Proyección en América Latina: influencia ideológica y operativa
El régimen iraní ha intensificado su presencia en América Latina desde principios del siglo XXI. A través de acuerdos con gobiernos afines —como los de Venezuela, Bolivia o Nicaragua—, Teherán ha establecido canales diplomáticos, comerciales y culturales que algunos organismos señalan como pantalla para operaciones encubiertas.

El accionar de Hezbollah en la región, con apoyo logístico iraní, ha sido objeto de múltiples investigaciones. Argentina ha liderado las denuncias contra el régimen persa, y en 2019, bajo la presidencia de Mauricio Macri, declaró a Hezbollah como organización terrorista. La justicia argentina también acusa formalmente a altos funcionarios iraníes, incluido el ex presidente Ali Akbar Rafsanjani, de haber ordenado el atentado contra la AMIA.

Conclusión: la diplomacia del terror
El uso de grupos terroristas como herramientas de política exterior convierte a Irán en un actor singular dentro del sistema internacional. Su estrategia híbrida —que combina diplomacia estatal, terrorismo por delegación y expansión ideológica— le ha permitido conservar influencia sin involucrarse directamente en los conflictos más sangrientos. Sin embargo, el costo ha sido devastador: miles de muertos, crisis regionales crónicas y un tablero geopolítico donde el terrorismo sigue siendo un instrumento de poder.

En tiempos donde la multipolaridad redefine las alianzas y las amenazas, el compromiso de Irán con acciones terroristas es uno de los desafíos más urgentes para la seguridad global. La comunidad internacional enfrenta, una vez más, la difícil disyuntiva de cómo contener a un Estado que ha hecho del caos un vector estratégico.

Tags

Compartir post