El polémico comentario de Victoria Tolosa Paz, diputada y ex ministra de Desarrollo Social, sobre el ambiente en el peronismo, “siempre se garchó”, cobra una nueva dimensión a la luz de las recientes revelaciones que exponen un patrón de abuso y escándalos sexuales en las altas esferas del poder. Lo que alguna vez se presentó como una admisión de “disfrute” dentro del movimiento, ahora se ve empañado por acusaciones de corrupción, violencia de género y abuso de poder que implican a figuras como el expresidente Alberto Fernández y otros destacados dirigentes peronistas.

Fernández, cuya conducta ha sido fuertemente criticada, no solo por su supuesta infidelidad desenfrenada, sino también por las denuncias de violencia de género presentadas por su ex pareja Fabiola Yañez, enfrenta un escenario complicado. Estos comportamientos, lejos de ser aislados, parecen formar parte de un patrón preocupante en el que el poder y la impunidad han permitido a algunos dirigentes peronistas abusar de su posición para satisfacer sus deseos personales, sin considerar los límites, las formas o las consecuencias.

Este patrón se extiende más allá de la figura de Fernández. Casos como el de José Alperovich, ex gobernador de Tucumán condenado a 16 años de cárcel por violación, y Fernando Espinoza, actual intendente K de La Matanza procesado por abuso sexual, subrayan la gravedad de la situación. Incluso La Cámpora, la influyente agrupación kirchnerista, se ha visto obligada a implementar un protocolo interno para abordar los abusos sexuales dentro de sus filas, expulsando a decenas de militantes.

En este contexto, el comentario de Tolosa Paz ya no parece solo una expresión desafortunada, sino una cruda descripción de una cultura de poder en la que el abuso y la explotación parecen haberse normalizado, afectando tanto a las víctimas como al tejido moral del movimiento peronista.

Fuente: Clarín