En las últimas dos décadas, el kirchnerismo ha tenido un papel preponderante en la configuración del discurso político y cultural en Argentina, aprovechándose del peronismo como su aliado más cercano. Este vínculo ha sido clave para la consolidación de un relato que ha logrado permear diversos sectores de la sociedad, pero que, con el tiempo, ha dejado al descubierto contradicciones evidentes y una doble moral que contradice principios fundamentales del movimiento nacional y popular.
El peronismo, históricamente asociado con la justicia social, la inclusión y el bienestar del pueblo, se ha visto distorsionado bajo el gobierno de Néstor Kirchner primero y de Cristina Fernández de Kirchner después. Si bien el kirchnerismo ha mantenido ciertas banderas del peronismo, como la justicia social y la lucha contra las desigualdades, también ha transformado, desvirtuado y utilizado los conceptos culturales y sociales del movimiento en beneficio de un relato falso, centrado en el poder y en la construcción de un sistema que no siempre ha estado alineado con las necesidades reales de la población.
El Discurso del Nacionalismo: Entre la Realidad y la Mentira
Una de las principales herramientas utilizadas por el kirchnerismo ha sido la apropiación del discurso nacional y popular. Bajo la premisa de ser los guardianes de los intereses nacionales, se ha construido una narrativa en la que se presentan como los defensores de la soberanía económica, la independencia política y los intereses del pueblo. Sin embargo, este relato ha sido marcado por un uso selectivo de la historia y de los valores populares. El nacionalismo, tan presente en los discursos kirchneristas, ha sido en muchas ocasiones manipulado para hacer creer a la sociedad que se defienden los intereses de la patria, cuando en realidad se persiguen intereses más personales y partidarios.
Por ejemplo, el discurso de la “soberanía” se ha visto claramente contradicho en numerosas ocasiones. Mientras se pregonaba la independencia económica frente a organismos internacionales, en los hechos, el kirchnerismo recurrió de manera sistemática al endeudamiento externo y a la aceptación de condiciones que debilitaban la soberanía nacional. El apoyo a los acuerdos con organismos internacionales, y en particular con el FMI, se contradecía con las arengas de lucha contra el “neoliberalismo” y el “imperialismo”. La realidad, como siempre, mostraba una Argentina atrapada en un círculo vicioso de deuda y dependencia financiera.
La Pobreza: El Lamento de un Relato Eficaz pero Vacío
Otro de los grandes pilares del relato kirchnerista ha sido la lucha contra la pobreza. Durante los primeros años del kirchnerismo, se pregonaron avances importantes en la reducción de la pobreza, al mismo tiempo que se implementaban programas sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y diversas políticas de subsidios y asistencia directa. No obstante, a medida que avanzaba el tiempo, las políticas de redistribución de ingresos comenzaron a mostrar los límites de su eficacia y, más aún, se evidenció que no se estaban realizando cambios estructurales en el aparato productivo, ni en la forma en que el sistema económico operaba.
El kirchnerismo utilizó la pobreza como un tema de reivindicación política, y si bien hubo una importante expansión de derechos en el plano de la asistencia social, la pobreza seguía siendo un problema estructural. En lugar de buscar soluciones definitivas, el relato se centró en el mantenimiento del statu quo y en la perpetuación de una dependencia del Estado. La narrativa popular se utilizó como un dispositivo para conseguir votos, pero sin una verdadera intención de erradicar la pobreza de raíz a través de políticas económicas de desarrollo inclusivo.
La contradicción era evidente: mientras se hablaba de justicia social y de crecimiento inclusivo, el país continuaba siendo dependiente de los vaivenes de los precios internacionales de las materias primas y de la especulación financiera, mientras que los sectores más vulnerables seguían siendo los menos beneficiados por las políticas implementadas.
La Educación: Un Relato de Inclusión que No se Tradujo en Calidad
Uno de los temas más sensibles, sobre todo en una sociedad como la argentina, ha sido la educación. En los discursos del kirchnerismo, la educación pública fue un pilar de la política social, pero la realidad fue que no se lograron avances significativos en términos de calidad educativa. Al contrario, el sistema educativo argentino experimentó una desvalorización progresiva, donde se impulsaron aumentos salariales y beneficios para los docentes, pero no se generaron los cambios estructurales necesarios para que la educación realmente fuera un motor de movilidad social y crecimiento personal.
El discurso de la inclusión y la equidad en la educación se convirtió en un sofisma, un discurso vacío que, en lugar de transformar, reforzó las desigualdades existentes. Se invirtió en la expansión de la matrícula educativa, pero se olvidó el contenido de la educación y la preparación de los estudiantes para enfrentar los desafíos del siglo XXI. En lugar de un enfoque innovador y orientado a las necesidades del mercado laboral, se continuaron repitiendo prácticas arcaicas, sin una verdadera inversión en infraestructura ni en la capacitación de los docentes para atender las demandas de una sociedad cada vez más globalizada.
La Doble Moral del Kirchnerismo: El Comportamiento del Poder
Lo más problemático del kirchnerismo es la doble moral que ha impregnado el discurso político, en el que se defiende la justicia social y los derechos humanos, mientras que, en los hechos, se perpetúan estructuras de poder que limitan la democracia interna, el acceso real a la justicia y la equidad en los derechos.
El kirchnerismo, al unirse al peronismo tradicional, ha sabido movilizar el imaginario popular asociado con el movimiento nacional y popular, pero también ha jugado con las contradicciones para afianzar su propio poder. El discurso sobre la “transformación de la Argentina” se ha basado más en la retórica que en los resultados concretos. La perpetuación de un modelo político de clientelismo, el control de los medios de comunicación, la utilización de los recursos del Estado para la consolidación del poder y la falta de una verdadera reforma estructural en áreas como la economía y la justicia social son solo algunos de los ejemplos que evidencian la falta de coherencia entre lo que se predica y lo que realmente se practica.
Conclusión: El Kirchnerismo, el Peronismo y el Relato Falso
El kirchnerismo ha logrado construir una narrativa poderosa que, al principio, captó la atención y la adhesión de gran parte de la población. Sin embargo, a medida que la distancia entre el discurso y la realidad se ha ido agrandando, se ha ido exponiendo la verdadera cara de un movimiento que, más que en defensa del pueblo, se ha centrado en afianzar su propio poder. El uso desvirtuado de los conceptos de justicia social, nacionalismo y lucha contra la pobreza ha permitido que el kirchnerismo y su relación con el peronismo se convirtieran en una operación de manipulación política y cultural, cuya doble moral ha dejado al descubierto las contradicciones de un gobierno que pretendió encarnar los valores del movimiento nacional, pero que en realidad los ha traicionado.