El fenómeno de “Succession”: todas las claves de un éxito impensado

Cuando se estrenó en 2018, “Succession” pasó como una serie más. Con el sello de calidad de HBO, sí, pero sin el lanzamiento y la inversión publicitaria que HBO destina a otras producciones estrella. Hoy, cinco años más tarde, cuando se emite su último capítulo, “Succession” es un verdadero fenómeno: es un éxito de público y de crítica, al nivel que algunos críticos la consideran como una de las mejores series de la historia de la televisión, y la ubican en el mismo podio que ocupan “Los Soprano”, “Mad Men”, “Breaking Bad” y “Six Feet Under”.

¿Qué pasó entre 2018 y este presente, ahora que el final de “Succession” viene generando tanta expectativa? “Succession” creció gracias al boca a boca y fue legitimada por las excelentes críticas y los premios: trece Emmys, cinco Globos de Oro y cinco galardones de la Asociación de Críticos de TV de EEUU, entre muchos otros. El público se apasionó por la historia de esta familia tan millonaria como disfuncional. Logan Roy (Brian Cox) es el patriarca despiadado, dueño de un imperio audiovisual que está empezando a tambalear. A sus 80 años su sucesión es más que evidente, pero el problema es que ninguno de sus cuatro hijos parece preparado para reemplazarlo. Así y todo, tres de sus vástagos_ Kendall (Jeremy Strong), Shiv (Sarah Snook) y Roman (Kieran Culkin)_ se van a sacar los ojos para tratar de ocupar el lugar de su temible padre.

A priori parecía poco probable que “Succession” fuera a generar un interés general. Sin duda las tramas de negocios sin escrúpulos y las relaciones entre los grandes medios y el poder político engancharía a un nicho de espectadores, interesados por las historias de las altas esferas, pero nadie imaginaba que su éxito iba a ser tan contundente. ¿Por qué la serie se transformó en un suceso? ¿Por qué pasó a ocupar un lugar tan relevante dentro de la ficción actual? A continuación va un análisis de los factores que hicieron de “Succession” una serie imprescindible y difícil de reemplazar.

LOS PERSONAJES: “Succession” es ante todo “una serie de personajes”. Al final poco importa si el espectador no entiende al detalle qué pasa con el entramado societario de las empresas o las crisis políticas cercanas a la Casa Blanca. Los que marcan el pulso son los personajes, que están absolutamente definidos por sus acciones en el tiempo presente. A grandes rasgos se puede decir que en “Succession” son todos villanos. Los protagonistas son despreciables, ambiciosos sin límites y capaces de cualquier cosa con tal de conseguir lo que quieren. Entonces, ¿por qué empatizamos con ellos? ¿Por qué en las redes sociales existen fans de Kendall, o de Shiv o de Roman? ¿O incluso fans de personajes secundarios algo bochornosos como Tom (el marido de Shiv) o el “primo Greg”? La respuesta es simple: las criaturas delineadas por Jesse Armstrong (el creador de la serie) están llenas de matices y complejidades. En un episodio podés detestar a un personaje por cínico y nefasto, y al siguiente querés abrazarlo y protegerlo. Es normal en “Succession”.

Kendall, el hijo que se ha preparado toda la vida para suceder a su padre en la empresa, es ególatra, machista, manipulador, cruel y vengativo. Pensás que se merece lo peor de lo peor hasta que aparece el Kendall adicto a las drogas, ninguneado y maltratado por su padre, y dando vergüenza con sus frases vacías y gestos superficiales. Shiv es sistemáticamente dejada de lado por ser mujer, y sentís la necesidad de ponerte de su parte hasta que ves que puede mentir, complotar y maltratar al nivel de sus hermanos. El caso de Roman es bastante complejo: el hermanito menor está orgulloso de presentarse como un desagradable. Lo tamiza con mucha ironía, pero es un desagradable al fin: tiene cero escrúpulos, acosa a compañeras de trabajo y es un caprichoso irresponsable. Sin embargo, su sexualidad indefinida y sus recurrentes inseguridades llevan a sospechar sobre oscuros traumas enterrados en el pasado. Y después (o ante todo) está el padre, la figura dominante de Logan Roy, un archivillano que no quiere jubilarse y al lado del cual cualquier miserable parece digno de perdón. Sus hijos lo odian pero están siempre pendientes de su aprobación, en una relación que explota de toxicidad y puñales por la espalda.

Los personajes son tan importantes en “Succession” que hasta los roles secundarios despiertan pasiones (y críticas, y angustia, y risas) en los espectadores. La dupla que forman Tom Wambsgans (interpretado por Matthew Macfadyen) y Greg Hirsch (Nicholas Braun) debe ser de las mejores de la historia de la televisión. El primero es un ejecutivo de la compañía y a su vez está casado con Shiv Roy, y el segundo es un nieto del hermano de Logan Roy, un joven torpe que entra a trabajar “de lo que sea” en la empresa familiar. Los dos son unos serviles, unos chupamedias del poder que a su vez se usan mutuamente, pero pegaron mucho en el público porque los ricos los desprecian, debido sobre todo a su origen cercano al “proletariado”.

Una dupla desopilante: Nicholas Braun y Matthew Macfadyen interpretan a dos empleados serviles.   

Una dupla desopilante: Nicholas Braun y Matthew Macfadyen interpretan a dos empleados serviles.

LOS ACTORESSi estos personajes logran traspasar la pantalla y despertar empatía (con semejantes perfiles) es también gracias a las monumentales interpretaciones. De hecho, la mayoría de los actores de “Succession” se consagran a partir de la serie. Algunos ya conocían al veterano Brian Cox (un escocés formado en el teatro de Shakespeare que apareció en innumerables películas), o a Matthew Macfadyen (recordado por su Mr. Darcy en “Orgullo y prejuicio”), o a Kieran Culkin, cuyo apellido resuena porque es el hermano de Macaulay Culkin y también tuvo un rol en “Mi pobre angelito”. Pero incluso ellos llegan a un público masivo (y seguramente serán recordados) por “Succession”.

Jeremy Strong y la australiana Sarah Snook se convirtieron en verdaderas estrellas. Ahora les llueven papeles y están instalados en el podio de Hollywood junto a los actores de cine. Strong ganó un Emmy y un Globo de Oro por su odioso pero vulnerable Kendall, y Snook se llevó un Globo de Oro y un premio Critics’ Choice. El más joven, Nicholas Braun, que da vida al titubeante Greg, fue nominado a los Emmy y también dio el gran salto con la serie. A todos les basta un gesto o una mirada para transmitir la esencia de sus personajes. Y según han contado los productores, los protagonistas tuvieron espacio además para aportar diálogos e improvisar. Es fascinante ver el crecimiento de los actores desde la primera temporada hasta ahora: en estos últimos capítulos Sarah Snook y Macfadyen tuvieron unos cruces brillantes, que dejaron a los espectadores sin aliento, y lo mismo sucede con Kieran Culkin, cada vez más enorme en su interpretación de un personaje espantosamente cínico pero quebrado por dentro.

Sarah Snook (desde la izquierda), Alan Ruck, Brian Cox, Jeremy Strong y Kieran Culkin durante la presentación de la última temporada.

Sarah Snook (desde la izquierda), Alan Ruck, Brian Cox, Jeremy Strong y Kieran Culkin durante la presentación de la última temporada.

EL EQUIPO: Como la mayoría de los grandes éxitos, “Succession” no nació de un repollo. Su creador, el guionista británico Jesse Armstrong, no era famoso ni reconocido a nivel mundial, pero tenía notables antecedentes en su país. Armstrong fue cocreador de las series de culto “Peep Show” (2003-2015) y “Fresh Meat” (2011-2016). Y escribió para la desopilante “The Thick Of It” (2005-2009), para “Veep” (2012) y “Black Mirror” (2011). También coescribió la película “In The Loop” (2009), protagonizada por James Gandolfini, por la cual recibió una nominación al Oscar a mejor guión adaptado.

Los productores ejecutivos de “Succession”, por su lado, sí son más conocidos por el gran público: Will Ferrell (el actor, no necesita presentación) y el director Adam McKay (“El reportero: la leyenda de Ron Burgundy”, “La gran estafa”, “No miren arriba”). Ferrell y McKay son socios en la productora Gary Sanchez Productions, dedicada principalmente a las comedias.

Jesse Armstrong eligió a un equipo de guionistas de las primeras ligas. Ahí están, entre otros, el norteamericano Jonathan Glatzer (“Better Call Saul”) y los ingleses Tony Roche (“Veep”, “The Thick Of It”) y Georgia Pritchett (“Veep”). Entre los realizadores figuran el mismo McKay, Mark Mylod (“Shameless”, “Game Of Thrones”) y Andrij Parekh (director de fotografía de “Blue Valentine”, “Show Me A Hero” y “Watchmen”). Es decir, el nivel de excelencia que alcanzan algunos capítulos no es casual. En absoluto.

Jesse Armstrong, el creador de la serie, con un merecido premio Emmy. 

Jesse Armstrong, el creador de la serie, con un merecido premio Emmy.

LA HISTORIA“Succession” es ante todo un culebrón, es la telenovela realista de una familia y un imperio que se desmoronan a golpe de mentiras, traiciones, traumas y celos. Sin embargo, en los intersticios, también se tocan temas que son completamente actuales: el periodismo en una época de transformación de los medios masivos, la influencia de esos medios en la política, la voracidad de las empresas tecnológicas, la corrupción estructural, el machismo naturalizado en las grandes corporaciones y el ascenso de la ultraderecha.

Por eso desde la primera temporada se volvieron inevitables las analogías de la serie con el magnate Rupert Murdoch (el dueño de Fox News, el poderoso grupo de medios asociado a la derecha más conservadora), sobre todo porque el propio Armstrong había escrito un guión de la historia de la familia Murdoch que nunca llegó a filmarse. Pero el creador de “Succession” aclaró en una entrevista: “La serie es una ficción que surgió luego de una muchas lecturas e investigación”. En ese sentido señaló en particular dos libros: “DisneyWar”, escrito en 2005 por James B. Stewart sobre el reinado de Michael Eisner como CEO de esa compañía, y “Pasión para ganar”, una autobiografía de Sumner Redstone, el ya fallecido CEO de ViacomCBS. El guionista también investigó la historia de los Sinclair, una familia simpatizante de Donald Trump que compró muchas cadenas de televisión locales de EEUU, que es donde se informan la mayoría de los norteamericanos.

EL TONO: Por la soledad de sus personajes y esa tóxica obsesión por el poder que los hace miserables, “Succession” se podría etiquetar como un drama. Es más, muchos señalan que la serie parte de una premisa similar a la de “El rey Lear”, uno de los clásicos de Shakespeare, en la que el rey, viejo y cansado, decide repartir su gobierno entre sus tres hijas, y eso da lugar a un entramado de codicia y de sentimientos encontrados. Pero la gracia de “Succession” es que está escrita como una comedia: sus diálogos filosos son de comedia y también sus tempos, que son manejados a la perfección por un equipo de guionistas que viene justamente de ese género.

La mirada ácida de Jesse Armstrong, conjugada con un humor que puede llegar al absurdo, es lo que le da ese toque distintivo a la serie. En una entrevista con The Hollywood Reporter, el guionista rechazó la palabra “sátira”, porque en su país, Inglaterra, tiene un significado demasiado contundente para el guante blanco y la sutileza que él quiso imprimirle a las desventuras de la familia Roy. Armstrong siempre cuenta que vendió la serie bajo la idea de “«Dallas» se cruza con «La celebración». Es decir, como una combinación entre la recordada serie de los 80 protagonizada por el malvado JR y la cruda película danesa de 1998 dirigida por Thomas Vinterberg. Pero “Succession” no es “Dallas” ni “Dinastía” para millennials, como sugieren algunos de sus críticos. “Succession” tiene su propio tono.

LA MÚSICA: Los seguidores de la serie saben perfectamente que es casi imposible apretar el botón de “omitir intro” cuando están arrancando los capítulos. ¿El motivo? El tema principal de “Succession”, compuesto por Nicholas Britell, es totalmente hipnótico. Es una composición para piano y cuerdas que suena arremolinada y distorsionada, lo que da una sensación de caos que calza perfecto con lo que viene después: una familia y un imperio económico que se desmoronan. Britell tiene experiencia y premios en el rubro: fue nominado al Oscar por las bandas de sonido de “Moonlight”, “If Beale Street Could Talk” y “No miren arriba”. También compuso para “La gran estafa”, “Vice”, “La batalla de los sexos” y “Cruella”. Y en 2019 ganó un Emmy por el tema de “Succession”.

Sin embargo, hilando más fino, hay otra razón por la cual el segmento de los títulos resulta tan atractivo: es la única parte de la serie en donde se puede espiar el pasado de los hermanos Roy, su niñez y adolescencia. Son apenas unas pocas escenas trabajadas como filmaciones caseras, registradas en Super 8. En esencia no se ve nada, pero el espectador lo mismo intenta espiar porque en “Succession” no hay flashbacks. Al contrario de muchas series actuales, que están construidas narrativamente sobre revelar secretos del pasado de los protagonistas mediante el flashback, aquí la acción transcurre siempre en presente, siempre hacia adelante, y es el público quien debe leer entrelíneas qué pudo haber sucedido en la infancia y la formación de los personajes.

En esta época en donde las producciones audiovisuales vienen con todo tan explicado y digerido, “Succession” se para del lado contrario: exige un espectador activo, un espectador que imagine, que deduzca, que juzgue y que saque conclusiones. Y esta característica también la convierte en una ficción tan estimulante y única.

Fuente: La Capital

Por Carolina Taffoni

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