EE.UU. y China mantienen abierto el diálogo en medio de una creciente disputa comercial y tecnológica

En un intento por estabilizar una de las relaciones bilaterales más tensas del escenario internacional, Estados Unidos y China acordaron mantener abiertas sus líneas de comunicación diplomática, luego de una nueva escalada en la guerra comercial impulsada por el gobierno de Washington.

El subsecretario del Departamento de Estado norteamericano, Christopher Landau, y el viceministro de Exteriores chino, Ma Zhaoxu, mantuvieron una conversación telefónica en la que ambos coincidieron en la necesidad de preservar el diálogo entre las dos principales potencias del mundo. Según informó la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, los funcionarios “reconocieron la importancia de las relaciones bilaterales para los pueblos de ambos países y el mundo”, y discutieron un amplio abanico de temas de interés mutuo.

La Cancillería china también emitió un comunicado donde confirmó el intercambio de opiniones sobre el vínculo sino-estadounidense y otros asuntos clave, reafirmando la voluntad de “seguir manteniendo la comunicación” en medio de un clima tenso y volátil.

La guerra comercial, un frente todavía abierto

Este acercamiento diplomático se produce pocos días después del anuncio de un mecanismo bilateral de consultas económicas y comerciales, con el que ambas partes intentan amortiguar el impacto de las últimas medidas unilaterales. Washington volvió a endurecer su postura al imponer nuevos aranceles a productos chinos, en una ofensiva que el expresidente Donald Trump justificó apelando al creciente superávit comercial de China y su presunta responsabilidad en la circulación ilegal de fentanilo, una droga que azota a la sociedad estadounidense.

Como respuesta, Beijing aumentó los aranceles sobre exportaciones provenientes de EE.UU., reavivando la disputa iniciada en 2018 que ha sacudido las cadenas globales de suministro, los mercados financieros y los acuerdos multilaterales.

Más allá de los gestos conciliadores, el trasfondo sigue siendo de confrontación estratégica.

Tecnología, inteligencia artificial y represalias legales

A la disputa comercial se suma un conflicto cada vez más agudo en el terreno tecnológico. El régimen chino prometió tomar “medidas firmes” tras las recomendaciones de Washington que desaconsejan el uso de chips estadounidenses en el desarrollo de modelos de inteligencia artificial por parte de empresas chinas.

La Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio de EE.UU. emitió una guía no vinculante que señala directamente a los chips Ascend 910B, 910C y 910D del gigante Huawei, sospechados de haber sido desarrollados en violación a las restricciones de exportación impuestas por EE.UU. El objetivo, según la administración Biden, es evitar que tecnologías críticas caigan en manos de potencias rivales y consolidar alianzas con países “de confianza”.

El Ministerio de Comercio de China denunció que estas medidas representan un acto de “intimidación y proteccionismo”, que amenaza la estabilidad de la cadena global de suministros en el sector de semiconductores. Además, advirtió que cualquier organización que colabore con las restricciones será pasible de sanciones legales bajo la Ley de Sanciones Antiextranjeras de China.

Una tregua frágil en medio de tensiones estructurales

Aunque el tono de las últimas comunicaciones apunta a contener la escalada, el conflicto entre EE.UU. y China tiene raíces más profundas que trascienden lo económico. La disputa actual combina competencia geopolítica, divergencias ideológicas y la lucha por el control de sectores clave del futuro, como la inteligencia artificial, la tecnología 5G y los recursos estratégicos.

En este escenario, la reapertura del diálogo no supone una resolución, sino apenas una tregua táctica. El mundo observa con atención los movimientos de ambas potencias, cuyas decisiones marcan el pulso del orden internacional.


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