Dos Reinas, El talento reanima la esperanza.

La calle Corrientes parece estar ajena a las disputas políticas y a las veleidades de la corte. La gente parece buscar ficción que le haga pasar ratos más agradables que enfrascarse en la tragedia de nuestra cotidianeidad.  El teatro es una gran opción, por ello nos enfrascamos en otros dramas, en otra época tan lejana, que no nos toca más que para hacernos reflexionar sobre el origen de nuestra cultura y la raíz de lo que termina dando origen a la conformación de nuestros estados modernos, el poder y la gloria, dos vertientes recurrentes en la historia de nuestra humanidad.

Todo parece confirmar lo que solemos repetir hasta el cansancio, es ahí en el teatro independiente en donde podemos reencontrarnos con esa cuota de placer que el arte nos brinda cuando logramos sentir la excelente realización y puesta en escena de un clásico, como es en este caso,  la adaptación de la obra “Las dos reinas”  llevada a las tablas  por su director Marcelo Silguero respetando la pluma y  los giros dramáticos que copulan en las obras de su autor Friedrich Von Schiller, filósofo y dramaturgo  del siglo dieciocho. 

Es la historia de esa reina que junto a el surgimiento del renacimiento gobierno por cuarenta y cuatro años lo que entonces  eran las comarcas de Inglaterra e Irlanda, (Isabel) reina recurrente en el teatro mundial, mujer de fuerte carácter y original talento que logró consolidar su reinado y cimentar los orígenes de la nacionalidad inglesa, (hoy Británica).

El conflicto que le da razón a el drama, y por ende, su puesta en un contexto artístico, es la disputa que le consumió parte de su vida con su prima hermana, María Estuardo,  reina de Escocia y quien reclamaba el trono dado que  la reina Isabel era considerada ilegítima desde  que el matrimonio de sus padres (Enrique VIII y  Ana Bolena) había sido declarado nulo por la bula papal.

María Estuardo hija del hermano de Enrique VIII,  Jacobo V, de quien heredó el trono a los seis días de haber nacido, pasó a ser monarca francesa al casarse con Francisco quien accedió al trono de Francia en el año 1559.

El drama se centra en la disputa de estas dos monarcas por la legitimidad del trono, por ello María Estuardo paso 19 años en custodia en un castillo a las órdenes de la reina Isabel su prima hermana, hasta que es guillotinada por orden de la monarca al ser acusada del intento de asesinato contra la reina, situación que ella desmintió reiteradamente.

El condimento religioso no está exento en la disputa del trono dado que Isabel  creo en su reino la primera iglesia protestante que luego logró extenderse en contra de la voluntad del papado, cuando de la otra parte, Maria Estuardo  se aferraba a la cristiandad  con el respaldo de la iglesia papal y la admiración de un pueblo que para entonces profesaba el  culto oficial.

La interpretación de los actores es razón final de esta nota, tanto la actriz Victoria Aragón como Paula Cantone interpretaron a ambas monarcas con ese talento, que no solo proviene de sus esencia ciertamente natural,  sino por una técnica y disposición extraordinaria que sólo es posible con el trabajo duro de horas y esfuerzo interpretativo para lograr, como así lo han hecho,  una exégesis no sólo verosímil sino además con ese aditamento  que la estética de sus formas, el ritmo de sus voces y la giros dramáticos hacen posible conmocionar a un público que ciertamente absorto, queda impactado al descubrir como  el placer colma esa demanda que nos impulsa a buscar la calidad y la belleza en nuestra vida.

El conjunto de actores, Damián García, Tobías Olivera como Walter Buzeta, me dieron la impresión de haber logrado una interpretación sin fisuras y con evidente aporte actoral surgido de su propio acervo personal.  No se puede ser ingrato, todos los actores se destacan dándole  a la obra una composición como ya dijimos de credibilidad, a la vez de  suministrarles  el espacio adecuado a las actrices protagonistas   y el tiempo actoral para que ellas desplieguen sus  talentos sin obstáculos.

Diálogos complejos,  se superponen sin que ello afecte el ritmo de la obra y sin que disminuya su intensidad dramática, destacamos lo atrapante de la obra y la capacidad del director para mantener ese ritmo, logrando particularmente  que la trama se mantenga viva y la historia nos lleve a querer identificarnos con el drama y hacer nuestro una época que no dejamos de admirar.

La noche está cálida, a pesar de que aún la primavera no llega. Las luces una vez más nos dan la idea de una ciudad que no duerme, que jamás descansa. Poco a poco nos vamos metiendo en nuestras cosas, pero las escenas no se terminan de borrar, no dejamos de pensar en la pobre de Maria y la pesada carga de la culpa que agobia a Isabel,  la culpa que aún no cala en muchos de nuestro contemporáneos que parecen querernos hacer  vivir en esta posmodernidad un drama sin sentido, alejado de la razón.    Por eso existe el arte, para decirnos que aún todo es posible. “Las dos reinas”  no deje de verla, aún más, cuando crea que ya nada es posible una excelente obra como esta nos hará revivir la esperanza de saber que en el alma humana  habita la capacidad de la creación. 

 Dos Reinas. Teatro Multiescena, Corrientes 1764- CABA

Osvaldo González Iglesias.

Editor.

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