Gracias a los datos recopilados por la cámara infrarroja del Telescopio Espacial James Webb y el Observatorio de Rayos X Chandra de la NASA, los científicos han hecho un descubrimiento asombroso: un agujero negro supermasivo que destaca por su singularidad en varios aspectos. Este agujero negro no solo es el más lejano a la Tierra registrado hasta la fecha, sino que también se encuentra a una asombrosa distancia de 13.200 millones de años luz en la galaxia UHZ1, ubicada en la dirección del cúmulo Abell 2744.
Este hallazgo desafía nuestras comprensiones actuales del universo, ya que sugiere que este agujero negro comenzó a crecer tan solo 470 millones de años después del Big Bang, cuando el universo tenía solo el 3 % de la edad que le atribuimos hoy. El investigador principal, Akos Bogdan, enfatiza la importancia de los instrumentos utilizados, como el Telescopio Espacial James Webb y el Observatorio de Rayos X Chandra, para realizar este descubrimiento sin precedentes.
El Observatorio de Rayos X Chandra fue fundamental al detectar la presencia de gas intenso y sobrecalentado emitiendo rayos X en la galaxia UHZ1, lo que es una señal clara de la existencia de un agujero negro supermasivo en proceso de crecimiento. Además, las lentes gravitacionales presentes en el cúmulo Abell 2744 amplificaron la luz emitida por el agujero negro, lo que permitió la detección de una tenue señal infrarroja por parte del Telescopio Espacial James Webb.
Los científicos creen que este descubrimiento será de gran importancia para comprender cómo los agujeros negros supermasivos adquieren masas colosales, especialmente en los primeros millones de años después del Big Bang.
En relación a las dimensiones de este agujero negro, se estima que su masa equivale a entre 10 y 100 millones de veces la masa de nuestro Sol, aunque se espera medir con mayor precisión su masa en los próximos meses mediante el estudio de su brillo. En términos más simples, este agujero negro pesa aproximadamente lo mismo que todas las estrellas que conforman su galaxia de origen. Este descubrimiento respalda la hipótesis de que estos agujeros negros supermasivos se formaron a partir del colapso de gigantescas nubes de gas, en lugar de las explosiones de las primeras estrellas generadas, como se había considerado anteriormente.
Fuente: El Confidencial