Este domingo 17 de diciembre marca el fin del proceso constituyente en Chile con la votación “A favor” o “En contra” del proyecto constitucional elaborado este año. Este segundo intento de aprobar una nueva constitución en cuatro años, surge tras el rechazo al primer texto en septiembre de 2022. Este primer intento fue elaborado por una convención izquierdista poco representativa, rompiendo con la institucionalidad republicana.

El vaivén constitucional inició el 18 de octubre de 2019, cuando la izquierda desató violencia extrema, llevando al gobierno democráticamente electo a renunciar a su obligación de defender la Constitución. Este proceso se desencadenó por la violencia de la izquierda y la renuncia del gobierno de Piñera y la derecha a cumplir su juramento.

Este proceso ha sido objeto de críticas por los excesos, abusos y falta de voluntad para construir acuerdos. Los conflictos políticos actuales se han movido hacia debates dentro de la democracia, entre concepciones liberales e iliberales. Esta tendencia fue una preocupación central en la democracia estadounidense y ha estado ausente en el debate en Chile.

Los chilenos irán a las urnas sin alegría ni orgullo. Algunos votarán para castigar a los que iniciaron irresponsablemente el proceso, mientras otros votarán para evitar un desplazamiento extremo hacia la derecha. Cada mitad de la población teme incertidumbre, injusticia y caos, independientemente del resultado.

Un triunfo del “A favor” perjudicaría al gobierno de Boric, mientras que una victoria del “En contra” mantendrá un desafío difícil para su mandato. La oposición necesita unidad después del resultado. Estos indicadores serán cruciales para conocer el futuro de Chile.

Fuente: Newsweek