En los recientes días, el presidente Javier Milei ha intensificado sus críticas hacia lo que denomina “la casta”, descalificando a legisladores, gobernadores, el círculo rojo, sindicalistas y hasta figuras afines a su pensamiento, como el diputado Ricardo López Murphy y la popular cantante Lali Espósito. Esta agresividad verbal suscita preocupación entre analistas, quienes se cuestionan cómo el mandatario llevará a cabo las profundas transformaciones propuestas sin buscar consensos, al enfrentarse con prácticamente todos, generando incertidumbre sobre la continuidad de la gobernabilidad.
Este panorama contrasta con la realidad de los mercados, que, a pesar de la falta de sanción de la ley base, muestran operaciones tranquilas en los dólares financieros y futuros del tipo de cambio que respaldan el crawling peg oficial del 2% mensual a corto plazo, descartando un salto cambiario inminente. Los mercados parecen confiar en el ajuste fiscal, evidenciado por la reducción del gasto primario en enero, respaldada por una disminución en los gastos corrientes y erogaciones de capital.
Mientras tanto, el Banco Central acumula reservas, reduciendo pasivos remunerados y absorbendo parte significativa de la base monetaria mediante el éxito del BOPREAL. El respaldo a la política argentina se ve reforzado por la visita de la número 2 del FMI, Gita Gopinath, subrayando el respaldo internacional al programa.
Sin embargo, la contraparte del ajuste se manifiesta en la marcada caída de la actividad industrial y los ingresos de la población. Para revertir esta situación, se requieren inversiones, y los analistas sostienen que reformas estructurales, como cambios en la legislación laboral, son esenciales para atraer capitales.
Frente a la resistencia gremial, el presidente Milei opta por desregular las obras sociales, reflejando su convicción de desmantelar regulaciones que, según él, han llevado al país a la decadencia. Milei, considerado un outsider de la política, no está dispuesto a transar en lo que él considera las iniciativas necesarias para sacar a Argentina de la decadencia, resistiendo el “toma y daca” de la negociación tradicional.
Aunque algunos consideran esta estrategia exitosa en ciertos casos, como con algunos gobernadores que podrían acercarse a la Casa Rosada, se anticipa una multiplicación de conflictos con el gremialismo. El presidente se mantiene enfocado en los lineamientos generales, confiando en la gestión de ministros clave, como Luis Caputo y Sandra Pettovello, para la implementación.
A pesar de los avances, el Gobierno enfrenta críticas por retrasos en la gestión administrativa, especialmente dirigidas a la Jefatura de Gabinete. Estos retrasos se observan en la resolución de cuestiones, como designaciones pendientes, generando inquietudes en el ámbito gubernamental.