De ‘supermercado del mundo’ a ‘importador del mundo’: cómo las góndolas argentinas se llenan de productos extranjeros

En el supermercado Disco de la calle Naón, en el barrio porteño de Belgrano, una clienta reflexiona: “¿Te acordás de que nos enojábamos cuando nos catalogaban como el supermercado del mundo? Siempre se puede estar peor, ¡ahora somos el importador del mundo!”. Detrás de ella, las góndolas de pastas secas exhiben marcas italianas como Barilla, De Cecco y Garofalo, junto a las tradicionales Don Vicente, Matarazzo y Luchetti, estas últimas a precios hasta siete veces más bajos. “Yo sigo comprando las de acá, porque la diferencia de precio es fenomenal”, comenta la señora, aunque admite darse “algún gustito” con el pan lactal, donde la diferencia no es tan marcada.

Este fenómeno no es aislado. En diciembre, las importaciones de alimentos básicos y elaborados para los hogares aumentaron un 50,9% interanual, según datos del Indec. Si se incluyen los alimentos para la industria, el incremento alcanza el 82%. Este crecimiento se aceleró a partir de agosto, seis meses después de que el Gobierno oficializara la apertura de importaciones de productos de la canasta básica. Además, recientemente se realizaron cambios en el Código Alimentario Argentino para facilitar aún más la importación y exportación de alimentos, sumado a la quita del impuesto PAIS y un dólar que se devaluará a un ritmo del 1% mensual a partir de febrero.

Los ganadores: las grandes cadenas de supermercados

Las grandes cadenas de supermercados son las principales beneficiarias de esta política. “No porque sea lo que nos dé la mayor rentabilidad, pero nos permite posicionarnos mejor frente a los hábitos de consumo de nuestros clientes”, explican desde una de las cadenas. Además, destacan la posibilidad de ingresar productos que antes tenían una oferta altamente concentrada, como el azúcar, que ahora se importa a precios más bajos que los ofrecidos por los productores tucumanos.

Sin embargo, no todo es positivo para este sector. Las ventas generales cayeron un 14,5% en 2024, lo que refleja un ajuste en el consumo. “Sabíamos que este proceso iba a ser de ajuste, pero la dinámica ha cambiado y hay que adaptarse”, admiten.

El impacto en los pequeños productores

Mientras las grandes cadenas se benefician, los pequeños productores son los más afectados. “Este festival de importaciones se debe a que es más barato importar que comprar domésticamente, y quienes se ajustan son los pequeños productores”, afirma Javier Preciado Patiño, miembro del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA). “Hasta ahora no se ve un impacto tan grave porque una gran mayoría sigue a pesar de perder dinero, pero dos años seguidos de esta situación te llevan a la quiebra”.

Un ejemplo claro es el caso de los viñateros de San Juan, quienes enfrentan la amenaza de que los compradores prefieran traer mosto de Chile a menor precio. “Nos están ofreciendo el mismo precio del año pasado, a pesar de que los costos aumentaron más de 100%”, señala Juan José Ramos, viñatero de la región.

¿Bajan realmente los precios?

El Gobierno justifica estas medidas como una forma de reducir el precio de los alimentos. Si bien la inflación en alimentos cerró 2024 en 94,7%, por debajo del 117,8% de la inflación general, expertos atribuyen esta moderación más a la recesión económica que a la entrada de importados. “Aunque lo importe regalado, el consumo es inelástico”, asegura Patiño, quien critica que los precios más bajos de la importación no siempre se trasladan al consumidor final.

Las marcas locales resisten, pero con cautela

Algunas empresas alimenticias locales aseguran no sentirse amenazadas por la llegada de productos importados. “Somos una marca muy posicionada y con productos con los que logísticamente se complica entrar”, dicen desde una elaboradora de lácteos. Otras, como una empresa de panificados y snacks, confían en la lealtad de sus clientes: “La gente nos conoce y nos elige”.

Sin embargo, las cadenas de supermercados planean profundizar la oferta de productos importados en 2025. “La nueva medida nos ayuda a ganar velocidad y nos motiva a seguir apostando al desarrollo de importados”, aseguran desde Carrefour, que ya sumó 130 productos importados a su oferta en el último año.

Un futuro incierto

Mientras las góndolas se llenan de etiquetas extranjeras, los productores locales miran con preocupación un futuro cada vez más incierto. Con una inflación que, aunque en descenso, aún no permite recuperar el poder adquisitivo perdido, y un dólar que se mantiene planchado, muchos pequeños productores enfrentan el riesgo de desaparecer. “Daño que se va a gravar en este 2025”, advierte Patiño. “Si no sos competitivo, perdés”.

En el supermercado del mundo, hoy cada vez menos apuestan a producir.

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