Debate y Convergencia

Confirmado: la lectura profunda beneficia al cerebro

Según indicó la neurocientífica Marianne Wolf a la BBC, “un lector fluido será capaz de integrar más de sus sentimientos y pensamientos en su propia experiencia”.

A pesar de que hoy en día estamos leyendo más palabras que nunca -se calcula que un promedio de alrededor de 100.000 al día- la mayoría se leen en ráfagas cortas en las pantallas, y “por encima”.

Eso preocupa a expertos, pues transformar nueva información en conocimiento consolidado en los circuitos del cerebro requiere múltiples conexiones con las habilidades de razonamiento abstracto, cada una de las cuales requiere un tipo de tiempo y atención que a menudo falta en la lectura digital. 

Según indicó la neurocientífica Marianne Wolf a la BBC, la lectura no es una habilidad que se adquiera genéticamente, si no que mplica la adquisición de un código simbólico completo, tanto visual como verbal. 

Esta transformación, subraya la neurocientífica, “comienza de nuevo en cada nuevo lector. No existe dentro de nuestra cabeza. Cada persona que aprende a leer tiene que crear un nuevo circuito en su cerebro”.

Varios estudios en el siglo XX y XXI han comprobado que la lectura agudiza el pensamiento analítico, lo que nos permite discernir mejor los patrones, una herramienta muy útil ante conductas desconcertantes de otros y de nosotros mismos. 

En el siglo XIX, psiquiatras y enfermeras le recetaban a sus pacientes toda clase de libros, desde la Biblia, pasando por literatura de viajes, hasta textos en lenguas antiguas. 

Entre los beneficios que otorga, la lectura (particularmente la ficción) puede hacerte socialmente más hábil y empático. Además, desarrolla la reflexión y está demostrado que leer poesía estimula partes del cerebro relacionadas con la memoria.

Sin embargo, muchos de estos beneficios dependen de un estado conocido como “lectura profunda”.

“Cuando leemos a nivel superficial, sólo estamos obteniendo la información. Cuando leemos profundamente, estamos usando mucho más de nuestra corteza cerebral”, explica Wolf.

Y agrega: “La lectura profunda significa que hacemos analogías, hacemos inferencias, lo que nos permite ser seres humanos verdaderamente críticos, analíticos, empáticos”.

En su libro “Proust y el Calamar. Historia y Ciencia del Cerebro Lector” -cuyo título en español es “Cómo aprendimos a leer”-, la experta en neurobiología de la lectura explica como “en cierto momento, cuando un niño pasa de decodificar a leer fluidamente un texto, la ruta de las señales a través de su cerebro cambia.

“Puesto que el tiempo empleado y el gasto de energía cerebral son menores, un lector fluido será capaz de integrar más de sus sentimientos y pensamientos en su propia experiencia. El secreto de la lectura se halla en el tiempo que ésta libera para que el cerebro pueda tener pensamientos más profundos que antes”, explicó. 

“Si no entrenamos esas habilidades, eventualmente podemos perder la capacidad de comprender contenido más complejo, y también tal vez de involucrarnos e imaginar”, advirtió.

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