En Moscú no hay fuego de artillería explotando. No hay fuerzas extranjeras cercando la ciudad. Lo que los moscovitas están viviendo ahora no es nada comparado con los horrores en Ucrania.
A primera vista, la vida aquí se ve normal. Como es habitual, la avenida de circunvalación Jardín de Moscú está atorada de tráfico. Multitudes emanan de la estación de metro en frente de mí.
Pero en realidad, es poco lo que aquí podría describirse como normal. La normalidad terminó el 24 de febrero, cuando Vladimir Putin ordenó la incursión de sus tropas en Ucrania para su “Operación Militar Especial”.
Yo experimenté la Rusia comunista. Viví durante la Rusia postsoviética. Ahora, el país más grande del mundo ha sufrido otra metamorfosis.
Entro en el automóvil para conducir al supermercado. Por pura costumbre, enciendo la radio. Está sintonizada en la 91,2 FM, que fuera sede de Radio Eco de Moscú. Eco era mi estación de radio rusa favorita, una fuente confiable de noticias e información.
Pero en las últimas semanas, todas las emisoras noticiosas independientes en Rusia han sido bloqueadas o cerradas. En la 91,2 FM ahora se transmite la estatal Radio Sputnik, que apoya la ofensiva rusa en Ucrania.
Conduciendo por la circunvalación, paso por un teatro que en su fachada ha levantado una enorme letra Z, el símbolo de la operación militar de Rusia. Hay otra Z afuera de la oficina central de los ferrocarriles rusas. Adelanto a un camión que tiene una Z en un lado. En las últimas semanas, se han pintado Z en las puertas de los críticos del Kremlin.
En el centro comercial, los negocios están lejos de estar prosperando. Muchas de las tiendas de marca internacional están cerradas. Desde que las fuerzas rusas atacaron Ucrania, cientos de compañías extranjeras han suspendido sus operaciones en Rusia.
El sueldo de médico no alcanza
Las estanterías en los supermercados están llenas. La escasez de azúcar del mes pasado en Rusia, resultado de compra descontrolada por el pánico, parece haberse resuelto. Pero la gama de productos se ve más limitada que antes. Y en los últimos dos meses, los precios se han disparado.
Fuera del centro comercial converso con Nadezhda, una doctora.
“Los precios están muy altos, me resulta imposible sobrevivir ahora con mi sueldo”, me cuenta Nadezhda.
“Pero lo más difícil de todo es vivir en una sociedad que no quiere saber la verdad de lo que está pasando en Ucrania. La gente está demasiado preocupada con cómo pagar sus hipotecas, cómo pagar sus deudas. No están interesados en saber lo que pasa a su alrededor. Pero pienso que lo que está pasando en Ucrania es terrible. Me avergüenzo de ser rusa“.
Voy hasta el instituto de ingeniería de Moscú donde hace 30 años solía enseñar inglés.
En ese entonces, a comienzos de 1990, después de la caída del comunismo, mis estudiantes confiaban en que Rusia y Occidente pudieran forjar una amistad y colaboración duraderas y que el futura sería de paz y prosperidad.
No se pudo lograr.
“Superaremos todas nuestras dificultades. Después del ocaso siempre llega el amanecer”, dice Denis, un estudiante, enfrente del instituto.
“Pero yo apoyo a nuestras tropas. Son nuestros soldados. Estoy obligado a apoyar a mi país pase lo que pase”.
Distorsiones “orwellianas”
Mi destino final es el gigantesco museo de guerra que celebra la victoria soviética sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, un triunfo glorioso logrado con un costo humano enorme. Más de 27 millones de ciudadanos soviéticos murieron en lo que se conoce aquí como la Gran Guerra Patriótica.
Lo que encuentro perturbador es cómo la “Operación Militar Especial” ha encontrado un espacio en este museo, donde está siendo honrada.
En el sitio web del museo, la ortografía de la palabra “museo” ha sido cambiada para que aparezca con la letra Z. En la tienda del museo se pueden comprar tazas con la Z y prendedores que declaran “Mi PreZidente Putin”.
Y el museo está actualmente presentando una exposición sobre los nazis en Ucrania. Eso ayuda a consolidar la reivindicación falsa del Kremlin de que el ejército ruso está liberando a Ucrania del nazismo.
Esta es la “Rusia de la Operación Militar Especial”, un universo paralelo, orwelliano [como la novela distópica 1984 de George Orwell], en el que la invasión es liberación, la agresión es autodefensa y donde los críticos son traidores.
Me da la sensación que la Rusia que he conocido en estos últimos 30 años ha desaparecido.
Fuente: BBC, Londres