La economía estadounidense se contrajo un 0,3 % en el primer trimestre, arrastrada por el fuerte aumento de las importaciones frente a exportaciones débiles. La política comercial impulsada por Donald Trump vuelve al centro del debate económico.
La economía de Estados Unidos se contrajo en el primer trimestre de 2025, registrando una baja del 0,3 % en términos anualizados, según la estimación preliminar publicada este miércoles por la Oficina de Análisis Económico (BEA, por sus siglas en inglés). Se trata de la primera caída trimestral del Producto Bruto Interno (PBI) desde el inicio de 2022 y una señal de alerta para los mercados, a pesar de que el consumo privado mostró una relativa fortaleza.
El dato sorprendió a la baja incluso frente a las proyecciones más conservadoras. Los economistas encuestados por Reuters habían anticipado una leve expansión del 0,3 %, aunque la mayoría ajustó sus previsiones tras conocerse, el martes, que el déficit comercial de bienes alcanzó un máximo histórico en marzo. Este desbalance fue producto de un salto abrupto en las importaciones, que crecieron un 41,3 % anualizado, frente a un crecimiento mucho más moderado de las exportaciones, de apenas 1,8 %.
La distorsión comercial tuvo un efecto demoledor sobre el PBI: las exportaciones netas restaron 4,83 puntos porcentuales al crecimiento económico, según detalló el bróker Balanz Capital. “El principal factor detrás de la caída en el PBI fueron las exportaciones netas, las cuales contribuyeron de manera negativa en 4.83 puntos porcentuales”, señaló la firma en un informe a clientes.
La sombra de los aranceles
Detrás de este aluvión importador se encuentra una política arancelaria caótica e impredecible, heredada de la administración de Donald Trump, que si bien ya no está en la Casa Blanca, sigue moldeando la conducta de empresas y operadores. Muchos importadores aceleraron compras para adelantarse a posibles nuevos aumentos arancelarios, generando un pico inusual en la entrada de bienes del exterior.
Este comportamiento reactivo evidencia hasta qué punto la política comercial ha introducido una dinámica disruptiva en la economía estadounidense, afectando la balanza externa y distorsionando el ciclo económico. Para muchos analistas, la volatilidad en el frente externo es uno de los legados más persistentes del enfoque nacionalista de “America First”.
Un consumo más sólido de lo esperado
Pese al dato negativo del PBI, algunos componentes del informe sugieren que la desaceleración económica podría no ser tan severa como indica el número general. El consumo privado, responsable de más de dos tercios de la economía, creció un 1,8 % en el trimestre, por encima del 1,2 % previsto, aunque desacelerándose desde el 4 % del cuarto trimestre de 2024. El gasto en servicios fue el principal motor, aportando 1,1 puntos porcentuales al crecimiento.
La inversión privada, por su parte, dio una sorpresa positiva con un salto del 21,9 %, impulsado especialmente por un boom en equipamiento (+22,5 %). En contraste, el gasto público retrocedió un 1,4 %, restando impulso a la actividad.
Reacciones del mercado
Los mercados financieros reaccionaron con cautela. Aunque el mal dato del PBI podría sugerir una desaceleración preocupante, la resiliencia del consumo y la presión inflacionaria implícita en los deflactores del PBI (3,7 % el total y 3,5 % el núcleo, ambos por encima de lo esperado) llevaron a una suba en las tasas de los bonos del Tesoro. El rendimiento del bono a 2 años subió un punto básico hasta 3,66 %, mientras que el bono a 10 años trepó cuatro puntos, hasta 4,2 %.
Los futuros de los índices bursátiles reaccionaron con pérdidas: el S&P 500 cayó un 0,9 % y el Nasdaq retrocedió un 1,3 %, reflejando la preocupación por un crecimiento más débil en un contexto de inflación persistente.
Perspectivas inciertas
El informe del PBI siembra dudas sobre la solidez de la recuperación económica estadounidense y abre interrogantes sobre la efectividad de la actual política comercial. Si bien aún es pronto para hablar de una recesión, la fragilidad del comercio exterior y la persistencia de desequilibrios estructurales podrían obligar a la Reserva Federal y a la administración actual a repensar su estrategia.
Por ahora, los datos revelan que los fantasmas del pasado —especialmente en lo que respecta al proteccionismo y la incertidumbre regulatoria— siguen influyendo de manera determinante en el presente económico de Estados Unidos.