El suministro de gas para el próximo invierno en Argentina sigue siendo una preocupación debido a la disminución de las importaciones de Bolivia, lo que pone en riesgo el abastecimiento de la región norte del país. A pesar de que el gasoducto Néstor Kirchner comenzará a funcionar el 20 de junio, su capacidad de transporte aún no es suficiente para garantizar el suministro. El nuevo conducto, que conecta las localidades de Tratayen en Neuquén con Salliqueló en la provincia de Buenos Aires, ampliará la capacidad de transporte en 11 millones de metros cúbicos al inicio, para luego aumentar a 20 millones de metros cúbicos en la primavera.
En 2020, Argentina dependía en gran medida de las importaciones de gas boliviano para cubrir la demanda en la región norte del país, que aportó un pico de 13 millones de metros cúbicos diarios durante el invierno. Sin embargo, la disminución de la producción de gas en Bolivia ha generado incertidumbre sobre la disponibilidad de este suministro.
Las negociaciones con Bolivia han sido difíciles debido a las limitaciones que el gobierno boliviano ha impuesto. La Secretaría de Energía, liderada por Flavia Royón, ha solicitado a la empresa estatal boliviana YPFB que permita a Argentina negociar directamente con las petroleras privadas para adquirir gas, pero esta propuesta presenta grandes limitaciones, ya que los recursos hidrocarburíferos bolivianos son administrados por el Estado Plurinacional.
Brasil es otro proveedor de gas para Argentina, pero también importa de Bolivia y paga más por metro cúbico, por lo que no está dispuesto a ceder una cuota del gas que importa para cubrir la demanda argentina. La Secretaría de Energía argentina ha intentado fortalecer la integración energética con Brasil, pero hasta ahora no ha tenido éxito.