Beatriz Sarlo falleció el 17 de diciembre de 2024, a los 82 años, dejando un legado intelectual que será recordado y estudiado en todo el mundo. Su vida y obra, marcada por una curiosidad insaciable y una postura crítica ante la realidad argentina y mundial, trascienden en libros, artículos, entrevistas y discusiones públicas. A lo largo de su trayectoria, Sarlo se posicionó como una de las voces más relevantes de la intelectualidad latinoamericana, sin conformarse nunca con la explicación simplista de los fenómenos sociales, culturales o políticos. Su autobiografía, que nunca vio la luz, llevaba el título de “No entender”, una elección que refleja su enfoque de la vida y el pensamiento: una constante búsqueda de comprensión, sin pretensiones de poseer la verdad absoluta.
La Formación y el Compromiso con la Cultura Argentina
Nacida en Buenos Aires en 1942, Sarlo fue una de las figuras más influyentes en la creación de un pensamiento crítico argentino. Aunque pasó temporadas en distintas partes del mundo, su vínculo con Buenos Aires fue siempre profundo y esencial. Allí cursó sus estudios primarios y secundarios, y comenzó su formación académica en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en Letras. Fue también en la capital argentina donde dio sus primeros pasos en el mundo editorial y cultural, trabajando en la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) y en el Instituto Di Tella, instituciones clave en la formación de una identidad cultural en el país.
Su labor en revistas como Los Libros y Punto de Vista marcó a varias generaciones de intelectuales y escritores. En esas publicaciones, Sarlo tuvo un papel fundamental en la reflexión sobre la literatura, la historia y la cultura argentina, desde una mirada crítica y renovadora. A su vez, su influencia como profesora en la Universidad de Buenos Aires, donde asumió la cátedra de Literatura Argentina en 1983, modificó la forma en que se leía a autores como Borges, Puig y Saer, incorporando una perspectiva más local que desafiaba los enfoques universalistas.
La Orilla como Metáfora del Pensamiento y la Literatura
Una de las imágenes recurrentes en el pensamiento de Sarlo fue la de la orilla, que utilizaba como metáfora para comprender tanto la literatura de Borges como su propio posicionamiento intelectual. La orilla representaba la condición periférica, un lugar desde el cual se podía abordar la cultura occidental con irreverencia y autonomía. Sarlo adoptó esta perspectiva tanto para sus estudios literarios como para su forma de abordar la realidad argentina, siempre desde un lugar de crítica y distancia, pero también de profundo amor por su país.
A lo largo de su vida, Sarlo tuvo un ojo único para detectar las tendencias intelectuales que dominarían el pensamiento global. Pionera en incorporar teorías de pensadores como Raymond Williams, Frederic Jameson y Edward Said en el ámbito argentino, su trabajo intelectual fue siempre guiado por la inquietud de entender la realidad social y política de su tiempo, sin dejar de lado su fascinación por la literatura y la cultura popular.
Un Compromiso Inquebrantable con el Presente y la Juventud Permanente
Lo que definió a Sarlo más allá de su vasta producción académica fue su compromiso inquebrantable con el presente. No era una intelectual que se conformara con las certezas del pasado, sino que se mantenía alerta a los movimientos del momento, dispuesta a corregir, cambiar o incluso contradecir sus propias ideas cuando fuera necesario. Esta disposición a la autocrítica constante, sumada a su coraje intelectual, fue lo que permitió que su pensamiento nunca dejara de evolucionar.
Aunque no se identificaba explícitamente con el feminismo, Sarlo fue una mujer que, en una sociedad aún conservadora, se fue a vivir sola a los 17 años, practicó abortos cuando esta práctica era ilegal y militó en organizaciones de izquierda en su juventud. Su vida estuvo marcada por una constante tensión entre sus ideales políticos y la realidad cambiante, lo que le permitió reflexionar profundamente sobre temas como la democracia, los derechos humanos y la cultura.
Su trayectoria no estuvo exenta de contradicciones. En su juventud, militó en el Partido Comunista Revolucionario, y durante la dictadura militar, trabajó en la edición clandestina de la revista Punto de Vista, arriesgando su vida y la de sus compañeros. Tras el regreso de la democracia, Sarlo reflexionó públicamente sobre los errores de su generación, criticando la lucha por lo imposible y la fascinación por utopías que resultaron ser destructivas.
El Nacionalismo y la Guerra de las Malvinas
Uno de los momentos más reveladores de su vida política fue su postura sobre la Guerra de las Malvinas. Mientras la sociedad argentina, en su mayoría, se unía detrás del régimen militar en su intento de recuperar las islas, Sarlo se posicionó como una voz solitaria contra la invasión. En su libro Viajes, reflexionó sobre esa experiencia como una de las más traumáticas de su vida política, describiendo la guerra como una fantasía colectiva que la distanció aún más de la sociedad argentina.
Su posición sobre las Malvinas, contraria a la toma de las islas por parte de Argentina, la convirtió en una “extranjera en su propio país”, como ella misma lo expresó. Sin embargo, su viaje a las islas en 2013, para cubrir el referéndum de los isleños, fue un punto de inflexión, ya que allí, en el diálogo con una mujer local, descubrió un vínculo inesperado con su propia historia y lengua. Este episodio, lejos de desmentir su mirada crítica, la reafirmó como una pensadora capaz de encontrar en lo más inesperado un eco de sus propias inquietudes.
El Legado de Sarlo: La Juventud Permanente
El principal legado de Beatriz Sarlo es su capacidad para mantenerse en constante renovación intelectual. A lo largo de su carrera, nunca dejó de cuestionarse, de aprender y de enseñar, y su obra sigue viva tanto en las aulas de las universidades como en los debates públicos. Su “juventud permanente”, esa curiosidad insaciable por entender y transformar el mundo, se refleja en su legado más duradero: el de una intelectual comprometida con su tiempo y su país, que nunca dejó de explorar, de pensar, de aprender y de desafiar las certidumbres del momento.
Aunque Beatriz Sarlo ya no esté entre nosotros, su obra sigue presente en cada análisis, en cada clase y en cada conversación sobre la cultura y la política argentina. Y, como ella misma nos enseñó, la tarea de entender nunca cesa, ni con la muerte.