El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, decidió no responder a las provocaciones lanzadas por Máximo Kirchner durante un acto en La Plata, priorizando su enfoque en la gestión en lugar de confrontaciones políticas. Esta estrategia se produce en un contexto donde la mesa chica bonaerense ha comenzado a manifestar su descontento con La Cámpora, especialmente en relación con la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de apoyar a su hijo en la interna del peronismo.
Una respuesta basada en la gestión
Durante una conferencia de prensa celebrada el lunes, Kicillof se rodeó de cuatro ministros clave de su gabinete, todos ellos alineados con su visión de una construcción política autónoma. A pesar de la atmósfera de tensión, Kicillof utilizó la ocasión para anunciar la reactivación de importantes obras paralizadas por el gobierno nacional, como 86 centros de desarrollo infantil y más de 200 proyectos de agua y saneamiento. Además, destacó el envío de brigadistas y helicópteros a Córdoba para combatir incendios, demostrando así su compromiso con la gestión en lugar de la política interna.
Un dirigente cercano al gobernador evaluó el discurso de Máximo Kirchner como “defensivo”, señalando que este se centró más en cuestiones internas que en los problemas que enfrenta la provincia. Kicillof, por su parte, tiene la intención de reforzar la idea de que fue elegido para gobernar, insistiendo en que se enfrenta a constantes agresiones del gobierno de Javier Milei.
Malestar y tensiones internas
El malestar con La Cámpora, aunque relegado a un segundo plano, se hizo evidente cuando Kicillof mencionó su disposición para asistir a todos los actos a los que sea invitado, lo que implicó un reconocimiento tácito de que no fue convocado para el plenario en La Plata. La controversia se intensificó cuando La Cámpora lanzó una nueva canción en su contra, replicando críticas que Kicillof había hecho anteriormente sobre la necesidad de “nuevas canciones” dentro del peronismo.
Este choque interno entre Kicillof y La Cámpora no es nuevo. Se inició en mayo cuando el acto de Kirchner en Florencio Varela fue boicoteado por figuras clave del peronismo, y se volvió a repetir en Mar Chiquita, lo que ha llevado a algunos intendentes a especular que el control del Partido Justicialista en 2025 podría recaer en Kicillof.
La posición de Cristina Fernández de Kirchner
La figura de Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo central en la disputa interna. Aunque ha intentado mantener un equilibrio entre las facciones, su inclinación hacia La Cámpora es evidente. Algunos analistas sugieren que una posible candidatura de Cristina en 2025 podría ser la única manera de evitar un enfrentamiento directo entre Máximo y Kicillof. Sin embargo, otros creen que esta estrategia podría estar limitando la autonomía política del gobernador.
Durante su conferencia, Kicillof enfatizó el papel protagónico de Cristina en el escenario político, aunque existe un escepticismo creciente entre los intendentes que apoyan al gobernador respecto a si realmente se presentará como candidata. Este contexto de incertidumbre se asemeja a una partida de truco, donde las advertencias de La Cámpora sobre la candidatura de Cristina podrían estar destinadas a mantener a Kicillof inmovilizado en sus decisiones políticas.
Desafíos hacia el futuro
La elección del nuevo liderazgo del PJ Bonaerense, inicialmente programada por Máximo Kirchner para el 17 de noviembre, se encuentra en suspenso, lo que ha sido interpretado como un signo de debilidad dentro de La Cámpora. Mientras tanto, Kicillof se enfrenta a presiones para consolidar su base política y establecer una agenda clara que lo distinga de las tensiones internas, consciente de que una confrontación abierta podría perjudicar las posibilidades electorales de ambos bandos en 2027.