La nueva miniserie de Netflix, Adolescencia, estrenada el 13 de marzo de 2025, ofrece una mirada cruda y directa a las complejas realidades de la violencia juvenil y la influencia de las ideologías extremistas en la era digital. Creada por Stephen Graham —quien también interpreta un papel principal— y Jack Thorne, con la producción de figuras como Brad Pitt, la serie trasciende el clásico drama criminal para adentrarse en las consecuencias sociales de la misoginia y el odio alimentado en las plataformas virtuales.
Una historia de violencia y sus consecuencias
La trama gira en torno a Jamie Miller, un adolescente de 13 años acusado de asesinar a su compañera de escuela, Katie, apuñalándola siete veces con un cuchillo de cocina. A pesar de las pruebas en su contra, los motivos del crimen no son claros al inicio. A lo largo de los episodios, la serie explora el impacto del asesinato en la familia del acusado, en la investigación policial y en una sociedad que enfrenta la creciente influencia de subculturas virtuales peligrosas.
Stephen Graham, en una entrevista con Netflix, explicó el origen de la historia: “Queríamos mostrar una familia común enfrentando una situación extrema. Esta serie no es solo sobre un crimen, es una reflexión sobre cómo la violencia se infiltra en nuestras vidas y sobre las ideologías que radicalizan a los jóvenes”.
El fenómeno Incel y su papel en la trama
Un aspecto crucial de Adolescencia es la exploración del fenómeno Incel (Celibato Involuntario). Este término, acuñado en 1997 por una mujer llamada Alana con la intención de crear una comunidad de apoyo para personas solitarias, ha evolucionado hacia una subcultura misógina en la que algunos hombres culpan a las mujeres por su falta de experiencias románticas o sexuales.
En la serie, el hijo del detective Luke sugiere que Katie había acusado a Jamie de ser un Incel, lo que podría explicar el motivo del crimen. Esta teoría se refuerza en el episodio 4, cuando Jamie menciona la “teoría del 80/20”, una creencia radical que sostiene que el 80 % de las mujeres solo buscan relaciones con el 20 % de los hombres más atractivos o con mayor estatus social, alimentando la frustración y el resentimiento en quienes se sienten excluidos.

La serie también aborda el impacto del caso de Elliot Rodger en 2014, quien asesinó a seis personas y se suicidó, dejando un manifiesto en el que expresaba su odio hacia las mujeres. Este trágico suceso se convirtió en un emblema para los sectores más radicalizados de la comunidad Incel, inspirando actos violentos posteriores.
Inspiración en casos reales y una advertencia para el futuro
Aunque Adolescencia no está basada en un caso específico, Graham señaló que se inspiró en varios homicidios recientes cometidos por adolescentes influenciados por ideologías misóginas. “Me impactó ver cómo se repetían estos crímenes. Quisimos arrojar luz sobre este fenómeno y preguntar: ‘¿Cómo llegamos hasta aquí?’”, afirmó en una entrevista para Tudum.
La serie se convierte así en una advertencia sobre los peligros de normalizar la misoginia y la violencia en espacios digitales, alertando cómo estas ideas pueden influir en mentes jóvenes y vulnerables.
Un final desgarrador y una reflexión profunda
El último episodio de Adolescencia evita una resolución fácil o reconfortante. Jamie, tras meses de negación, decide declararse culpable, aceptando finalmente la responsabilidad por sus actos. Sin embargo, las secuelas del crimen persiguen a su familia, que enfrenta hostigamiento público y el peso emocional de la tragedia.
En una escena particularmente simbólica, Eddie, el padre de Jamie, recuerda el abuso que sufrió de niño y se cuestiona qué errores pudo haber cometido en la crianza de su hijo. Este momento refleja una de las preguntas centrales de la serie: ¿En qué medida el entorno familiar y social moldea las acciones de los jóvenes?
Con su retrato desgarrador de la violencia juvenil y la exploración de las ideologías extremistas, Adolescencia no solo es un drama impactante, sino también una llamada de atención urgente sobre la necesidad de abordar las raíces del odio y proteger a las nuevas generaciones de discursos peligrosos que circulan en la esfera digital.