Paul Krugman y Joseph Stiglitz, dos ganadores del Premio Nobel en Economía, han ofrecido su opinión sobre la reciente quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) y sus posibles implicaciones para el sistema financiero. Aunque la caída del SVB ha tenido un gran impacto en las bolsas de todo el mundo, Krugman cree que no se trata de una crisis sistémica como la de Lehman Brothers en 2008. Krugman atribuye la responsabilidad de la caída del SVB a la política monetaria de subida de las tasas del presidente Joe Biden y a las regulaciones laxas aprobadas durante la gestión de Trump.
El SVB se presentaba como “el banco de la innovación global”, pero en realidad, según Krugman, gran parte de su cartera de inversiones estaba en activos extremadamente seguros, como bonos de largo plazo del gobierno de los Estados Unidos. El dinero de las firmas tecnológicas se utilizaba principalmente para los depósitos del banco. Esto dejó al SVB vulnerable a una corrida bancaria, ya que los depósitos no estaban asegurados.
Stiglitz cree que la caída del SVB muestra profundas deficiencias en la conducta regulatoria y en la política monetaria, y aboga por una regulación más estricta que asegure que todos los bancos estén a salvo. Según Stiglitz, todos los depósitos bancarios deben estar asegurados y el costo debe pagarse por aquellos que más se benefician, es decir, las personas y las corporaciones más ricas.
Krugman cree que la caída del SVB probablemente no tendrá grandes repercusiones económicas, aunque sí puede afectar a las empresas que se ven impedidas de obtener efectivo si se producen corridas contra los bancos de tamaño medio. Ambos economistas están de acuerdo en que los accionistas y tenedores de bonos que se beneficiaron del comportamiento riesgoso de la firma deberían enfrentar las consecuencias, pero los depositantes del SVB que confiaron en que los reguladores hicieran su trabajo deberían recibir su parte, ya sea por debajo o por encima del límite asegurado de los 250 mil dólares.