Científicos de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore han propuesto el desarrollo de una computadora biológica que utilice millones de células cerebrales humanas para superar el rendimiento de las máquinas basadas en silicio mientras consume mucha menos energía. El objetivo es crear un sistema ultraeficiente que pueda resolver problemas más allá del alcance de los ordenadores digitales convencionales, al tiempo que se ayuda al desarrollo de la neurociencia y otras áreas de investigación médica.
El proyecto ha sido publicado en la revista Frontiers in Science y se ha denominado «Inteligencia Organoidal».
La propuesta de la biocomputación
El hardware propuesto incluirá matrices de organoides cerebrales, pequeñas estructuras neurales tridimensionales cultivadas a partir de células madre humanas, conectadas a sensores y dispositivos de salida y capacitadas por el aprendizaje automático, el big data y otras técnicas. El objetivo es desarrollar un sistema ultraeficiente que pueda resolver problemas más allá del alcance de los ordenadores digitales convencionales, al tiempo que se ayuda al desarrollo de la neurociencia y otras áreas de investigación médica.
¿Es ético crear una inteligencia en el laboratorio?
Aunque el objetivo del proyecto es noble, la biocomputación plantea cuestiones éticas relacionadas con la «conciencia» de las estructuras cerebrales creadas en laboratorio. El proyecto podría desarrollar una «inteligencia en el plato» que aprenda, recuerde e interactúe con su entorno, y podría incluso desarrollar una conciencia rudimentaria. El equipo de investigadores ha firmado una «declaración de Baltimore» en la que se pide más investigación «para explorar el potencial de las culturas de células de organoides para avanzar en nuestra comprensión del cerebro y desatar nuevas formas de biocomputación, reconociendo y abordando las implicaciones éticas asociadas».
El potencial de la biocomputación
Una de las razones para recurrir a la biocomputación es que el cerebro procesa y almacena información de manera muy eficiente. La computadora más potente del mundo, la máquina Frontier en el Laboratorio Nacional de Oak Ridge en Estados Unidos, que se puso en funcionamiento el año pasado, tiene la misma capacidad de procesamiento que un cerebro humano, pero consume un millón de veces más energía. La biocomputación podría ser revolucionaria, aunque aún hay muchos pasos que dar en esa dirección.
Conclusión
El desarrollo de la inteligencia organoidal en una tecnología comercial podría llevar décadas, reconoce Thomas Hartung, el profesor de la Universidad Johns Hopkins que lidera el proyecto, pero hay un enorme y sorprendente potencial en esta área.
Además de la posibilidad de resolver problemas más allá del alcance de los ordenadores digitales convencionales, la inteligencia organoidal podría ser de gran ayuda en la investigación de las enfermedades cerebrales y el desarrollo de tratamientos. Aunque aún quedan muchos obstáculos por superar, la biocomputación es una tecnología prometedora que podría revolucionar el mundo de la informática y la inteligencia artificial en las décadas venideras.
Aún falta tiempo, sí, pero es mejor ir preparando el camino.
por Juan Diego Polo
Ingeniero de más de 40, fundador de WWWhatsnew y editor apasionado.Trabajo en el mundo de la tecnología desde el año 2.000, y desde entonces no he parado un minuto de prestar atención a todas las novedades del sector, novedades que os contamos desde WWWhatsnew.com