El atentado, los agujeros y los instigadores deseados

“Harvey Lee Oswald, un poroto”. El comentario le corresponde a una persona que no sale de su asombro por la facilidad con la que Fernando Sabag Montiel, de 35 años, llegó armado hasta poco centímetros de Cristina Kirchner, le gatilló en el rostro con una pistola Bersa calibre 32 -2 veces, según un testigo- e intentó darse a la fuga frente al desconcierto de la custodia de la Vicepresidente, quien ni siquiera notó el atentado que ocurrió delante de ella. El plan de Sabag Montiel para matar a CFK en la puerta del edificio en el que vive, en el barrio porteño de Recoleta, no requirió ni por asomo de la complejidad del que le adjudicaron a Oswald para asesinar a John F, Kennedy, en Dallas, Texas, el 22/011 de 1963: el agresor simplemente se mezcló entre los militantes que se concentraban en el lugar, sacó el arma y gatilló. Cristina Kirchner corrió distinta suerte que el expresidente de USA porque, por motivos que aún no fueron esclarecidos, del arma de Sabag Montiel, aunque estaba en condiciones de efectuarlos, no salió ningún disparo.

Las fallas en el sistema de seguridad de la Vicepresidente quedaron expuestas no sólo en que el agresor haya llegado hasta ese punto sin la más mínima dificultad, sino también en la reacción posterior de la custodia, que permitió que CFK -sin percatarse de lo sucedido- siguiera saludando y firmando ejemplares de su libro ‘Sinceramente’ por varios minutos más. La custodia no se abalanza sobre ella. Los efectivos no la resguardan con sus propios cuerpos, ni se activa el mecanismo para evacuarla de la zona de peligro con la inmediatez que requería el caso. ¿Qué hubiera ocurrido de haber existido un segundo tirador? El amateurismo en la reacción de la custodia también quedó al descubierto por el hecho de que Sabag Montiel fue detenido por un militante -que expuso su vida ante una persona armada-y no por un integrante de la Policía Federal, que actuó después. “Siento que hubo un relajamiento en la custodia, a Cristina tendrían que haberla sacado inmediatamente del lugar”, dijo Fernando García, concejal oficialista del partido de Presidente Perón, quien aseguró que redujo al agresor y se lo entregó a la policía aquella noche del jueves último. La falencias en el dispositivo de seguridad dejaron vulnerable a la Vicepresidente y además a los militantes que también pudieron estar en riesgo de ser baleados.

Agujeros

El principal apuntado por la fragilidad en el dispositivo de protección de la Vice es el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, jefe político de la Policía Federal. El malestar fue tal que Hebe de Bonafini pidió su renuncia. Sin embargo, el ministro de Seguridad recibió un gesto de respaldo político por parte de Alberto Fernández, lo que -por ahora- confirma su continuidad. Aníbal había quedado con mayor influencia sobre la zona luego de una pulseada con el gobierno porteño tras los incidentes que se registraron frente la edificio de Juncal y Uruguay cuando militantes kirchneristas retiraron las vallas dispuestas por la policía metropolitana para despejar esa cuadra ante los inconvenientes que denunciaban los vecinos. El ministro de Seguridad, de hecho, había ampliado la presencia de la Federal días antes del atentado.

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La militancia comenzó a concentrarse en el lugar para expresar su apoyo a la Vicepresidente luego de que el fiscal Diego Luciani pidiera contra ella una pena de 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos al encontrarla responsable de los delitos de asociación ilícita y administración fraudulenta en el juicio por presuntas irregularidades en el reparto de obra pública durante sus mandatos. Cristina Kirchner denunció una persecución política y sus seguidores montaron un “santuario” frente a su domicilio. La tormenta que se desató en la madrugada del sábado 27/08 generó la desconcentración de la vigilia. Esto permitió al gobierno de la Ciudad limpiar la y colocar vallas para ordenar la zona. La medida generó la reacción del kirchnerismo que suspendió las actividades en apoyo a CFK que tenía previstas en distintas plazas y convocó a una movilización frente a su domicilio. Los militantes arrancaron las vallas. Hubo enfrentamientos y represión por parte de la policía metropolitana. El incidente condujo a una negociación entre Ciudad y Nación que concluyó en un acuerdo por el que se retiraron las vallas y se limitó la presencia militante. La propia CFK tuvo que pedirle a sus seguidores que se retiraran. Más tarde el juez Roberto Gallardo le prohibió al gobierno porteño la presencia de efectivos de la fuerza local de seguridad, lo que dejaba todo en manos de la Federal. Horacio Rodríguez Larreta desconoció el fallo y recusó al juez. La Metropolitana continúa en la zona junto con la Federal. Hasta ahora no ha habido ninguna renuncia en el área del ministerio de Seguridad ni la Policía Federal por los agujeros en el operativo de custodia de la Vicepresidente, cuya supervivencia al atentado fue resultado del hecho fortuito de que el arma de Sabag Montiel no disparara.

Motivaciones

Sabag Montiel permanece detenido en una sede de la Federal del barrio de Palermo. Se negó a declarar cuando fue indagado por la jueza federal María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo. Se le imputa el delito de “homicidio agravado en grado de tentativa”. Las pericias psicológicas determinaron que está mentalmente sano. Los allanamientos en su domicilio del partido de San Martín dieron con 100 municiones calibre 9 milímetros. Sin embargo, tiene como único antecedente un acta contravencional por habérsele encontrado un cuchillo en el automóvil que manejaba el 17/03 de 2021. La causa fue archivada. Datos curiosos de su perfil son sus reiteradas apariciones en el canal Crónica y un tatuaje de un símbolo asociado al nazismo. ¿Cuál era la motivación de Sabag Montiel para querer perpetrar un magnicidio? “Era un marginal y no tenía nada que perder, especialmente después de la muerte de su madre. Se podía esperar cualquier cosa de él. Sabiendo que era Tedi (apodo del detenido), no me extrañó que llevara el arma”, relató en una entrevista televisiva “Mario”, quien se identificó como amigo de Sabag Montiel. Sin embargo, el jefe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Agustín Rossi, afirmó que “no aparece ni en las redes sociales ni en ningún lado algo que pudiera inferir que estaba previsto hacer un ataque a nadie y menos a la Vicepresidenta”.

Autores intelectuales

Sabag Montiel fue detenido in situ en el lugar del atentado, con el arma. La jueza Capuchetti y el fiscal Rívolo intentan determinar si actuó sólo o como parte de una organización. También investigan el accionar presuntamente irregular de la custodia de la Vicepresidente. Sin embargo, en el Gobierno y en el kirchnerismo esos elementos son intrascendentes y buscan autores intelectuales del atentado. Redireccionan el foco al supuesto “clima” en el que se produjo el ataque. Intentan instalar que el accionar de Sabag Montiel es producto de los “discursos de odio” que se despliegan de los sectores que el oficialismo identifica como enemigos. La premisa bajó desde lo más alto del poder político nacional. En su mensaje grabado tras el ataque -y, por lo tanto, no improvisado- el presidente Alberto Fernández responsabilizó por ese discurso violento a “diferentes espacios políticos, judiciales y mediáticos de la sociedad argentina”. El oficialismo se abroqueló en su totalidad detrás de esa línea. Los comunicadores alineados vincularon el ataque a figuras de la oposición como Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Fernando Iglesias. El piquetero Luis D’Elía hizo una descripción gráfica en la que personalizaba cada parte de la pistola de Sabag Montiel en un periodista crítico del kirchnerismo y redujo al agresor a un mero “perejil”. El gobernador Axel Kicillof directamente puso en igualdad de condiciones el atentado con el pedido de condena del fiscal Luciani, y acusó de “malintencionado” a aquel que se enfoque en el atacante o en la las fallas en la seguridad de la Vicepresidente. El ministro del Interior, Eduardo ‘Wado’ de Pedro, aludió al juicio de la causa ‘Vialidad’ cuando dijo que “son 3 toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios” que “dan lugar a discursos violentos”. Tuiteros K viralizaron que Sabag Montiel era empleado del gobierno porteño, lo que se comprobó falso. La agencia oficial de noticias, Télam, ilustró uno de sus artículos sobre el “discurso del odio” con un dibujo de una pistola con una punta en forma de micrófono.

El Presidente, por su parte, convocó a una reunión ecuménica con referentes sociales, sindicales, religiosos y empresarios para consensuar una postura de unidad frente al atentado. No se invitó a nadie de la oposición política. Con mayoría de figuras alineadas con el kirchnerismo, el resultado fue un documento en el que se enmarca el ataque en “un discurso de odio, de negación del otro, de estigmatización, de criminalización de cualquier dirigente popular o afín al peronismo, y aún de cualquier simpatizante” que se lo atribuyeron a un “sector minúsculo de la dirigencia política y de sus medios partidarios”. A estos últimos se les reclamó “reflexionar sobre cómo han colaborado para que lleguemos hasta esta situación”. En ningún momento del documento se alude al agresor, ni hay un reclamo de Justicia. Su sesgo partidario fue reprochado por la DAIA que por ese motivo decidió no firmarlo. El texto fue leído en una acto en Plaza de Mayo convocado desde el mismo Gobierno. Para garantizar masividad, el Presidente declaró feriado el día viernes. Esto motivó críticas de parte de la oposición que vio un aprovechamiento político del oficialismo para hacer una demostración de fuerza, en el que, encima, se los señalaba como instigadores. Miles de personas fueron movilizadas por los aparatos sindicales, políticos y de los movimientos sociales. Fue un acto del peronismo.

Los aparatos del peronismo movilizaron a miles de personas a la Plaza de Mayo.

Los aparatos del peronismo movilizaron a miles de personas a la Plaza de Mayo.

NA

Esperando a CFK

Ante un episodio de extrema gravedad, el Gobierno no intentó en ningún momento llamar a la unidad. Desde el principio intentó responsabilizar a los medios, la oposición y la justicia de lo ocurrido. Pretendieron la estigmatización que al mismo tiempo denunciaban. Se apostó por más grieta. Esto se trasladó al Congreso, donde el oficialismo impulsó en la Cámara de Diputados una declaración de repudio bajó esa misma línea incriminatoria. La oposición se negó a acompañarlo hasta que no se quitó de su texto la mención a los “discursos de odio” y a una inexistente “violencia política”. De todos modos, el bloque del PRO optó por retirarse del recinto para evitar ser blanco de acusaciones. Cristina Kirchner aún no se pronunció sobre el episodio más conmocionante de su vida. Las declaraciones beligerantes de su sector insinúan que su postura iría en ese sentido. La Vicepresidente dice que nadie habla por ella. Sería deseable que sorprendiera con un mensaje de paz y unidad.

Fuente: Urgente14, Argentina.

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