Irak, parálisis política y crisis por rivalidad entre bandos chiíes

Este sábado (20.08.2022) iba a realizarse una gran manifestación en Bagdad, pero el líder chií Moqtada Al Sadr la suspendió por tiempo indeterminado. Escribió en Twitter que estaba muy preocupado por posibles actos de violencia. Señaló que no apuesta por una guerra civil, sino por preservar la paz social. “La sangre de los iraquíes tiene un valor inestimable”, dice. Desde de el triunfo del Bloque Sadrista en las últimas elecciones parlamentarias en Irak, Al Sadr es considerado uno de los políticos más poderosos del país, aunque no logró formar un gobierno de mayoría. Los seguidores de Al Sadr tomaron por asalto el Parlamento a fines de julio, y aún permanecen allí en una sentada masiva, en tiendas de campaña. Una provocación para sus rivales, la alianza Marco de Coordinación, formada por facciones chíies proiraníes, que también iniciaron una sentada a fines de la semana pasada en contra de la toma del Parlamento. Todo indica que las tensiones políticas en Irak continúan. Al Sadr canceló su participación en un encuentro de líderes políticos organizado por el primer ministro irakí, Mustafá Al Kadhimi. “Ya desde la semana pasada reina la parálisis política en Irak. Ahora, las sentadas ante el Parlamento demuestran que hay fuerzas que no siguen en la mesa de negociaciones, dijo a DW Sarah Hepp, directora de la Fundación Friedrich Ebert (cercana al partido socialdemócrata alemán) en Irak, desde su sede, en Amán.

Invitación al diálogo del primer ministro Al Khadimi, con la silla vacía de Al Sadr. Sin embargo, seguidores de Al Sadr podrían aceptar participar en futuras reuniones, según medios iraquíes.

Una crisis prolongada

El origen de las tensiones fueron los comicios parlamentarios de octubre de 2021, que ganó el Bloque Sadrista con solo 73 escaños de los 329 de la Cámara, ya que, hasta ahora, las fracciones no se ponen de acuerdo sobre quién será primer ministro. El Marco de Coordinación propuso a Ahia Al Sudani, pero el Bloque Sadrista lo rechazó, debido a que lo consideran un delfín del ex primer ministro Nuri Al Maliki, bajo cuyo gobierno fue ministro de Derechos Humanos.

Mientras los chiítas proiraníes exigen la formación de un nuevo gobierno, el bando de Al Sadr pide que se disuelva el Parlamento y se lleven a cabo elecciones anticipadas. Pero el Consejo Judicial Supremo de Irak dijo que no tiene autoridad para hacerlo. “El Consejo Judicial tomó la decisión correcta”, dice Dia Al Shakerchi, ex miembro del Comité Constituyente de Irak, a DW. La Constitución no contiene ninguna disposición que autorice al Consejo Judicial a disolver la Cámara de Representantes, explica. Esto solo es posible a través de una moción conjunta del presidente de la república y el primer ministro, y también debe estar de acuerdo la mayoría de los miembros del Parlamento. En este sentido, se vio obligado a rechazar la petición de Al Sadr, según un comunicado.

¿Va Irak hacia una escalada de violencia?

Hasta el momento, las protestas siguen siendo pacíficas. Eso, según Hepp, se debe a que los musulmanes celebran actualmente el mes de Muharram, el primer mes del calendario musulmán, en el que está prohibido luchar. No se puede descartar que las protestas se intensifiquen después de este mes, dice Hepp. “Por el momento no veo señales de acercamiento, nada que pudiera ayudar a poner fin al conflicto de manera pacífica”, advierte la experta.

Pero una escalada de violencia también conllevaría riesgos políticos para ambas facciones, señala Al Shakerchi. Y aclara que la mayoría de los iraquíes no tiene interés en que haya rivalidades entre bandos chiíes. “La mayoría quiere un Irak estable”, subraya. Con él coincide Sara Hepp, quien informa sobre conversaciones con activistas de los movimientos de protesta de 2019, que luchaban por un Estado iraquí aconfesional, que superaría la rivalidad entre chiíes y sunitas, así como por el fin de la corrupción. Luego de que las fuerzas de seguridad disolvieron las manifestaciones mediante el uso de la violencia, el movimiento de protesta se ha mostrado cauteloso, pero sus motivaciones siguen siendo actuales, resume Hepp. Está por verse qué potencial de movilización tiene aún el movimiento de 2019, plantea. “Pero también podría imaginar que otros sectores de la población, que hasta ahora han sido más pasivos, pudieran salir a la calle si la situación se estanca o incluso empeora”.

(cp/ers)

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