ras meses de distanciamiento político y sin contacto directo, Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof volvieron a hablar este martes en medio de la tensión creciente por la interna del peronismo bonaerense. La conversación, breve pero significativa, se produjo horas después de que la expresidenta sorprendiera al confirmar su candidatura a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral, un movimiento que reconfigura el tablero y obliga al gobernador a definir su próxima jugada.
El llamado, gestionado a través de secretarios de ambas partes, se concretó en horas de la noche. Desde Recoleta hacia la residencia oficial de La Plata, Cristina tomó la iniciativa de contactar a Kicillof, en lo que podría ser el inicio de una negociación crucial para evitar una fractura que muchos ya ven inevitable.
Más temprano, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, había anticipado en declaraciones radiales que la expresidenta “no tiene ningún problema en hablar con Axel” y que buscaría recomponer el vínculo para garantizar la unidad del espacio. Lo que parecía una sugerencia terminó concretándose, aunque las versiones sobre el contenido de la charla son aún difusas.
Una interna al borde de la ruptura
En el peronismo bonaerense reconocen que la decisión de Cristina fue leída como un golpe directo al liderazgo de Kicillof en la provincia. Hasta esta semana, muchos intendentes aliados al gobernador creían que la amenaza de la exmandataria con presentarse como candidata no era más que una estrategia de presión para forzar una negociación favorable. Pero la confirmación pública de su postulación activó todas las alarmas.
“Nunca estuvimos tan cerca de la ruptura como ahora”, confió a LPO un intendente del sur del Conurbano, que hasta el momento se había mostrado optimista respecto de un posible acuerdo. La preocupación en el entorno del gobernador no pasa solo por la división electoral, sino por las consecuencias que podría tener una disputa abierta en la gobernabilidad del territorio más importante del país.
El dilema no es menor: ¿ceder ante las condiciones de Cristina para preservar una unidad frágil o avanzar con una estructura propia que desafíe directamente al núcleo duro del kirchnerismo?
Condiciones cruzadas y maniobras defensivas
En las últimas horas, los intendentes que responden a Kicillof empezaron a mover fichas. Jorge Ferraresi, jefe comunal de Avellaneda, tomó la decisión de replegarse a la boleta local de concejales si se concreta una lista de unidad con Cristina. Una señal de que, al menos para algunos, el pragmatismo empieza a imponerse sobre la confrontación.
Sin embargo, otros sectores más combativos se preparan para el peor escenario. “Si no hay acuerdo, vamos a armar una lista en la Tercera y enfrentaremos a Cristina”, dijo a este medio uno de los intendentes más activos del armado kicillofista.
En paralelo, se produjeron tensiones internas en los grupos de coordinación territorial. Este martes se registró una discusión entre Mario Secco (Ensenada) y Andrés Watson (Florencio Varela), luego de que este último propusiera, en un grupo de WhatsApp, priorizar la unidad. Una postura similar comenzó a insinuar Fernando Espinoza, el jefe comunal de La Matanza, otro peso pesado de la Tercera.
Críticas internas al propio axelismo
La situación también generó ruido dentro del círculo cercano al gobernador. En los últimos días, algunos funcionarios del Ejecutivo provincial deslizaron en público que habría que “repensar la unidad” y que los legisladores deben alinearse sin chistar con las decisiones del gobernador. Declaraciones que incomodaron a más de un intendente, quienes se sienten socios —y no subordinados— del proceso político.
Desde el entorno de Kicillof destacaron dos gestos recientes para consolidar el liderazgo provincial. El primero fue el masivo acto del sábado en La Plata, donde el gobernador presentó su espacio Movimiento Derecho al Futuro ante más de 40.000 personas. El segundo, una reunión distendida el lunes por la noche con 12 intendentes en la residencia oficial, donde se compartió un asado y se discutieron posibles escenarios frente a la decisión que aún no se conocía: la candidatura confirmada de Cristina.
Cristina, otra vez en el centro de la escena
La irrupción de Cristina como candidata vuelve a ubicarla en el centro del escenario bonaerense. Aunque algunos ven su decisión como un intento de retener poder simbólico en medio de la retirada nacional del kirchnerismo, otros interpretan la jugada como una presión final para imponer condiciones en el armado de listas.
Entre las exigencias que circulan, se destaca la pretensión de que referentes territoriales no alineados con ella, como Secco o Ferraresi, puedan definir sus listas sin la amenaza de competidores financiados o apoyados por el cristinismo. El debate no es solo de nombres: es una disputa por el control del futuro del peronismo bonaerense.
¿Unidad o ruptura?
Con la conversación entre Cristina y Kicillof como punto de partida, se abre ahora una ventana crítica de negociación. Nadie sabe cómo terminará. Pero todos en el peronismo reconocen que el margen para postergar definiciones se terminó.
La presión es alta: los intendentes exigen claridad, el gobernador evalúa riesgos y la expresidenta, fiel a su estilo, mueve sin mostrar todas sus cartas. En ese clima, el peronismo bonaerense enfrenta su momento más delicado desde 2015, cuando perdió el control de la provincia.
La unidad todavía es posible, pero ya no es un hecho. Y si se rompe, el impacto podría ser devastador para un espacio que hoy debate no solo candidaturas, sino su supervivencia como fuerza política en el principal bastión electoral del país.