La incipiente estabilidad macroeconómica que comienza a consolidarse en la Argentina empieza a delinear un nuevo escenario para los ahorristas más prudentes. Aunque el dólar experimentó una suba en la última jornada, el proceso de salida del cepo para personas físicas y la desaceleración inflacionaria del último bimestre ofrecen condiciones inéditas para repensar estrategias de inversión con bajo riesgo.
En este contexto, la consultora Delphos Investment detectó un fenómeno técnico de alto interés: «En las últimas ruedas, la curva CER se empinó, con una suba considerable en su tramo largo, que no estuvo acompañada por un aumento en los rendimientos de la curva en pesos». Los bonos ajustables por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), que evolucionan en función de la inflación, recuperan protagonismo como instrumentos de cobertura transitoria ante posibles nuevos repuntes de precios. De hecho, para mayo, las proyecciones ubican nuevamente la inflación en torno al 2%.
La recomendación de Delphos es clara: “Este empinamiento de la curva CER representa un buen punto de entrada para posicionarse en bonos CER”. La consultora sostiene que este tipo de instrumentos ya demostraron ser eficaces como escudo frente a episodios de incertidumbre, y que el actual escenario —con dólar estable y ancla fiscal— fortalece la confianza en la continuidad del proceso desinflacionario.
Si la tendencia de baja en el índice de precios se mantiene, como ocurrió con la inflación del 3,7% en marzo y del 2,8% en abril, los bonos CER de mayor duración podrían no solo proteger, sino también generar apreciación del capital invertido.
Inversión pasiva: una estrategia silenciosa con efecto compuesto
En paralelo al mundo de los bonos, se abre paso otra opción de inversión más estructural y de largo plazo: la inversión pasiva. A contramano del modelo activo —donde el inversor busca anticiparse al mercado comprando y vendiendo activos con agilidad—, la inversión pasiva propone una filosofía diferente: replicar el rendimiento del mercado, sin buscar superarlo, mediante una exposición diversificada, sostenida en el tiempo.
El economista Iván Cachanovsky destaca esta opción, en especial para personas jóvenes que buscan construir una “segunda jubilación”. Fondos indexados como el S&P 500 han generado rendimientos promedio del 9,8% anual en las últimas décadas, y muy pocos gestores profesionales logran batir ese rendimiento de manera consistente en el largo plazo.
La clave es el interés compuesto: pequeñas sumas invertidas con constancia y sin interrupciones logran, en 20 o 30 años, multiplicarse de forma exponencial. Pero hay un requisito ineludible: la fortaleza emocional. Los mercados atraviesan ciclos alcistas y bajistas, y abandonar una posición en medio de una baja es uno de los errores más costosos que puede cometer un inversor. “Muchos de los mejores días del mercado ocurren después de grandes caídas”, recuerda Cachanovsky. Quien se mantiene firme, suele ser recompensado.
A diferencia de estrategias complejas o especulativas, la inversión pasiva no requiere conocimientos técnicos sofisticados. Requiere algo más difícil: disciplina. Y eso, en tiempos de transformación económica como los que vive hoy la Argentina, puede ser una virtud decisiva.