Durante su fugaz visita a Miami, el presidente Javier Milei expresó su compromiso de eliminar todas las barreras que obstaculizan el comercio entre Argentina y Estados Unidos. Su principal objetivo es convencer a Donald Trump de dar marcha atrás con el arancel del 10% impuesto a todas las exportaciones sudamericanas, incluida Argentina.
Sin embargo, esta medida, que afecta a exportaciones por unos USD 6.400 millones al año, representa un impacto relativamente menor —alrededor de USD 630 millones— si se lo compara con el riesgo mucho más grave que representa el contexto global de una guerra comercial desatada y sus efectos colaterales en la economía argentina.
Una guerra comercial con efectos inmediatos
El aumento arancelario decidido por Trump sacudió el tablero económico global. Las primeras consecuencias se evidenciaron rápidamente: la caída en los precios de las materias primas (el petróleo cayó un 7% y la soja un 3%) refleja el temor a una recesión global. JP Morgan incluso elevó del 40% al 60% la probabilidad de una contracción económica a nivel mundial.
Para Argentina, esto implica una amenaza directa. La baja en los precios internacionales reduce significativamente el ingreso de dólares, tanto en la actual liquidación de la cosecha de soja como en las futuras exportaciones energéticas del segundo semestre. La balanza comercial positiva del país se vería así notablemente presionada.
Efectos en los países emergentes y presión sobre el tipo de cambio
Los países exportadores de materias primas ya comenzaron a sentir el impacto. Sudáfrica, Chile, Colombia, Brasil y Nueva Zelanda sufrieron devaluaciones de entre 2,5% y 3% solo en las primeras horas posteriores al anuncio de Trump. En este escenario, se espera que la presión cambiaria también llegue a la Argentina, dificultando aún más la estabilización del tipo de cambio.
Riesgo país y acceso a financiamiento: otro retroceso
Al comenzar el año, el gobierno argentino esperaba una mejora en los indicadores financieros: compresión del riesgo país, superávit fiscal y baja inflación. Sin embargo, con el riesgo país superando nuevamente los 900 puntos básicos y los bonos en dólares bajo presión, ese horizonte se ha desdibujado. Recuperar el acceso a los mercados financieros internacionales parece ahora más lejano, lo que aumenta la dependencia del acuerdo con el FMI y sus próximos desembolsos.
Relación con EE.UU.: gestos fríos y condiciones estrictas
Pese al gesto de Milei de viajar a Mar-a-Lago para recibir un reconocimiento, Trump no lo recibió. A esto se suma la advertencia de Mauricio Claver Carone, referente del Partido Republicano para América Latina, quien condicionó el apoyo al acuerdo con el FMI a que Argentina desactive su swap con China.
Scott Bessent, secretario del Tesoro, dejó en claro que el endurecimiento comercial no distingue aliados de rivales: incluso países como Israel o Vietnam, aliados estratégicos o comerciales de EE.UU., fueron castigados con barreras de hasta 46%.
¿Hay margen para negociar?
El mundo estará atento a la evolución de las negociaciones en las próximas semanas. Trump ha demostrado ser impredecible, y si bien la presión de ciertos sectores puede inclinar la balanza, por ahora el foco del gobierno estadounidense no parece estar en suavizar su postura hacia América Latina.
El ex presidente mexicano Vicente Fox lo resumió sin rodeos: “Es de necio pensar que se puede encerrar a 350 millones de personas y dejar de comerciar con el mundo”.
Un tablero global incierto
Los mercados anticipan más inflación en EE.UU., producto de los aranceles, aunque también se especula con una posible baja de tasas de interés por parte de la Reserva Federal para evitar una caída abrupta en la actividad. Aún así, todo parece prematuro: el panorama es volátil, y el juego recién empieza. Las repercusiones podrían ser aún más profundas de lo previsto.