La política de ancla cambiaria implementada por Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, se ha convertido en uno de los pilares centrales para desacelerar la inflación, especialmente tras la mega devaluación de diciembre. Desde entonces, el tipo de cambio real multilateral (TCRM) ha caído por debajo del promedio de noviembre de 2023, un claro indicio de la apreciación del peso.
A pesar de las reservas netas negativas y las advertencias sobre un posible “atraso” cambiario, el mercado parece confiar en que el gobierno podrá mantener el esquema de control cambiario al menos hasta las elecciones de 2025. No obstante, los analistas advierten que esta estrategia puede conllevar riesgos significativos para la economía, incluyendo una pérdida de competitividad, especialmente en sectores clave como las exportaciones industriales hacia Brasil, uno de los principales socios comerciales de Argentina.
El gobierno, sin embargo, confía en que el control del tipo de cambio y la estabilidad inflacionaria son esenciales para la próxima campaña electoral, a pesar de que la economía enfrenta fuertes desafíos estructurales y un posible aumento de las presiones externas, como los aranceles de Estados Unidos bajo una posible presidencia de Donald Trump.