Convulsión en el peronismo: El acto de Perón y las tensiones internas

El peronismo sigue convulsionado. El acto por el natalicio de Juan Domingo Perón, celebrado el lunes pasado, intentó ser una postal de la pacificación interna, pero solo será un disimulo de pocas semanas. Los dardos continúan entre el cristinismo más paladar negro y los seguidores del gobernador Axel Kicillof. Hasta la quinta, que fue una de las residencias del presidente y militar argentino, llegaron casi todos los sectores con excepción del de Sergio Tomás Massa, quien no mandó ni siquiera delegados. El exministro de Economía sigue sin brújula política, pero siempre cerca de Cristina Elisabet Kirchner. La asistencia de los habitués del Instituto Patria tuvo que ver con la orden de la ex Presidenta: “Me dijo Cristina que venga a San Vicente”, reconoció Máximo Kirchner al llegar y al sentarse en el auditorio. No subió al escenario donde estuvo Kicillof junto al riojano Ricardo Quintela, la catamarqueña Lucía Corpacci y la matancera Verónica Magario. Pero tampoco los organizadores cursaron una invitación. No hubo foto (mucho menos abrazo) entre Axel y Máximo, y desde La Cámpora hubo broncas: “No lo suben a Máximo, pero sí a Corpacci cuyos diputados nacionales votaron la Ley Bases”, refunfuñó un intendente aliado al camporismo.

Las maldiciones juveniles K apuntaron a la actitud de los armadores de Kicillof, como “Carli” Bianco, de poner al gobernador bonaerense como referente nacional ineludible del peronismo. “Le cuesta el liderazgo, no armó una comida posterior ni nada de esas tertulias tan habituales del peronismo. No la siente”, dijo mientras se marchaba de la reunión peronista un dirigente que escucha a Cristina. Ese mismo exfuncionario supo de una discusión entre CFK y Kicillof respecto de Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda que cobija a Amado Boudou en su distrito y que pasó de manejar el Instituto Patria a apuntalar la idea de secesión interna. El duro alcalde avellanedense es señalado por hacer un acto en los pagos de Mayra Mendoza, la mimada de Cristina, de sacarse una foto con Néstor Grindetti, en un desaire al intendente actual de Lanús, Julián Álvarez, y las miradas van hacia su gente. Como la responsable del poderoso CEAMSE, Mónica Cappellini, celosamente seguida de cerca por el todoterreno Claudio “Chiqui” Tapia: el titular de la AFA sigue siendo (de modo invisible) vicepresidente de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado, y en línea con Cristina y Massa. “Ocupate de este tipo”, le pidió Cristina a Kicillof, quien respondió: “Pero si era de ustedes, yo no soy el jefe de él”. Mientras los intendentes peronistas con distritos de mucha población señalan (en voz baja) que el gobernador cometió el error de pelearse con el Gobierno demasiado temprano, con la pérdida de chances de negociar obras o partidas para sus municipios, en el cristinismo circuló la especie de que Kicillof puede tener el destino de ser Larreta: esto es, tener una administración que le dé recursos y “fierros” para una candidatura presidencial, pero que termine quedándose manco en el camino. Todos unidos…

La interna del PRO: Bullrich reclama liderazgo mientras Macri mantiene el control

En tanto, el PRO debate su pelea interna con toda energía en la resolución de la Asamblea partidaria, donde Patricia Bullrich reclama la conducción, algo que Mauricio Macri no acepta en virtud de su divorcio político de la ministra de Seguridad de Javier Gerardo Milei. “El PRO va a seguir siendo el PRO” repiten los allegados al ex Presidente, quienes niegan una fusión con La Libertad Avanza. Y mucho menos, en la Ciudad de Buenos Aires, donde la fuerza no solo gobierna desde hace 16 años, sino donde un tal Jorge Macri recién lleva los primeros seis meses de mandato como alcalde. Un dato clave de estas horas es que Milei y Mauricio Macri no se ven ni hablan hace más de 50 días. Solo hubo un intercambio sobre la suerte de Sandra Pettovello, que derivó en una larga reunión del jefe del PRO con la atribulada ministra de Capital Humano. Para los macristas, no hay ningún camino recorrido en común, pues la llegada de Patricia Bullrich y Luis Petri al Gabinete nacional fue por gestión de la ministra de Seguridad. Hoy, los fieles a Mauricio (y a Jorge M.) afirman que tras avalar la Ley Bases y el paquete fiscal, el afecto parlamentario macrista se ha puesto en Modo Pausa. Es más: en la Ciudad, continúan esperando que el Gobierno nacional cumpla con el fallo de la Corte Suprema sobre los fondos coparticipables que le birló la gestión de Alberto Ángel Fernández a CABA, entonces gobernada por Horacio Rodríguez Larreta. “Estamos esperando una actitud republicana e institucional”, dicen los fieles al titular del PRO, a quienes esta semana lo vieron “en Modo Calabrés”. Macri no dio chance de actuar de otra manera que no sea copando la Asamblea con un fiel como Martín Yeza y Bullrich saldrá a los medios mostrándose como una mujer entre dos Machos Alfa, en relación con el actual y el ex Presidente. Una mediación a la derecha…

Menú ejecutivo

Pero los más optimistas del campamento libertario y del macrista creen que finalmente habrá un entendimiento en casi todo el país el año próximo, para conformar las listas electorales en conjunto. Las disputas centrales estarán en la provincia y en la ciudad de Buenos Aires. Para la Provincia, los nombres meneados son los de Karina Milei, José Luis Espert y Diego César Santilli. En la Ciudad, la cuestión es más jugosa: se elegirán senadores nacionales, poltronas más cómodas y mejor remuneradas que las de los diputados. Allí pretende jugar el locuaz Manuel Adorni y a Jorge Macri le gusta el nombre de su ministro Waldo Wolff para la pelea mediática. También debería reelegir en el Congreso María Eugenia Vidal, cuyo destino aún no se conoce. Los mileístas más duros quieren confrontar y hasta alguno osó devolver gentilezas y decir que “el PRO es un fenómeno barrial de la Ciudad de Buenos Aires”. Lejos de todas estas cuestiones del pasillo político transita hoy el ex jefe de Gabinete y ex amigo de Javier Milei. Mientras el asesor estrella Santiago Caputo baja línea en Casa Rosada de que ahora “hay que hacer todo lo contrario al modelo Posse” (a quien adjudican inoperancia en la gestión), a Nicolás Posse se lo vio esta semana comiendo en soledad en el restaurante Elena del Hotel Four Seasons. Que el exilio político no haga perder la elegancia…

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