Según las palabras de Jorge Luis Borges, “dos es una mera coincidencia; tres, una confirmación”. En la jornada del martes, los bancos argentinos reafirmaron su postura al no esperar por el desarme de “la bola de Leliqs” liderado por Luis Toto Caputo. En su lugar, optaron por deshacerse de estas letras por su cuenta, marcando un giro significativo en el panorama financiero.
Esta semana, el escenario bancario ha dado muestras claras de su actitud ante las letras de liquidez del Banco Central. En tres vencimientos consecutivos, la renovación de las Leliqs ha sido notablemente baja, con apenas un 23% renovado del total de $1,54 billón en la última ocasión. Esta situación ha llevado a una reducción significativa del stock total de Leliqs en apenas una semana y media, evidenciando un cambio en la estrategia de los bancos hacia colocaciones de cortísimo plazo, principalmente los “pases pasivos”.
Este movimiento ha planteado interrogantes en el mercado, especialmente sobre si la actitud defensiva de los bancos refleja el temor a una posible “licuación” de las Leliqs tras el cambio de gobierno. Aunque Caputo ha buscado transmitir tranquilidad, las opiniones divergentes entre economistas, incluso algunos cercanos a Milei, plantean la necesidad de ajustar las tasas de interés en términos reales, manteniéndolas por debajo de la inflación.
La reunión de Caputo con directivos bancarios no logró disipar del todo las inquietudes, y el mercado se mantiene expectante sobre las próximas acciones de los bancos. Mientras tanto, el crecimiento de los pases pasivos ha superado el volumen de las Leliqs, generando un cambio significativo en la dinámica financiera habitual.
Aunque este cambio puede ser interpretado como una estrategia defensiva por parte de los bancos, algunos analistas sugieren que podrían explorar nuevas oportunidades en el mercado de capitales, como los bonos del Tesoro. Este comportamiento contrasta con sus recientes intentos por reducir su exposición al riesgo soberano.
En medio de esta incertidumbre, el dólar continúa su tendencia a la baja en el mercado paralelo, mientras se vislumbra una posible convergencia hacia un tipo de cambio inferior en el futuro cercano. La expectativa de unificación del tipo de cambio después del recambio gubernamental y otros factores, como la posibilidad de ayuda del Fondo Monetario Internacional al nuevo gobierno, han contribuido a esta situación.
Además, aspectos como el clima inversor, la regulación para los exportadores y la estacionalidad económica también han incidido en la disminución de la presión sobre la demanda de divisas. Sin embargo, el interrogante persiste sobre la estrategia a largo plazo de los bancos y cómo se desenvolverán en un contexto cambiante y volátil.