El submundo de los punteros políticos en Argentina es un fenómeno que, aunque se desarrolla en la sombra, juega un papel significativo en el entramado político del país. Estos operadores políticos, conocidos como “punteros”, se dedican a movilizar votantes, especialmente aquellos que residen en barrios marginales y carecen de recursos económicos para participar activamente en la política.
Si bien su trabajo es controvertido y a menudo se asocia con prácticas clientelistas y clientelismo político, los punteros defienden su labor como un “oficio” legítimo. Jesús, un puntero con experiencia en dos municipalidades peronistas del Gran Buenos Aires, subraya que su trabajo tiene un componente social, ya que a menudo brindan apoyo económico o realizan mejoras en los barrios que benefician a las comunidades más desfavorecidas.
Sin embargo, la esencia de la actividad de los punteros es movilizar votantes en apoyo a candidatos políticos, y este proceso implica una serie de desafíos logísticos y financieros. F.T., otro puntero, alardea de su capacidad para llenar micros y movilizar multitudes para actos políticos. Sin embargo, destaca que su honestidad radica en que no puede garantizar que los votos de las personas movilizadas se traduzcan en apoyo a los candidatos que financian su trabajo.
Una de las claves de la actividad de los punteros es el financiamiento. Afirman que se necesita una cantidad significativa de dinero para llevar a cabo su labor con éxito. Antes de la pandemia, podían “mover” gente sin tener los recursos en mano, pero la situación cambió drásticamente. Con la crisis sanitaria, la gente se volvió más reacia a asistir a actos políticos, y el financiamiento se volvió más complicado, ya que se requería el dinero por adelantado.
La caída de figuras políticas influyentes como Martín Insaurralde y Chocolate Rigau ha generado tensiones en la cadena de pagos que sostiene la actividad de los punteros. Los políticos locales entraron en pánico a la hora de entregar los recursos necesarios para movilizar votantes, y la incertidumbre se ha apoderado de esta parte del submundo político argentino.
A pesar de los escándalos y la volatilidad en el mundo de la política argentina, los punteros se muestran confiados en la continuidad de su trabajo. Consideran que el poder político es un atractivo irresistible para muchos y que, a pesar de los obstáculos, su labor seguirá siendo una parte integral de la maquinaria política del país. En un país donde la política es un deporte nacional, los punteros desempeñan un papel destacado en la movilización de votantes y en la construcción de relaciones entre la política y la sociedad.