En las últimas semanas, se ha centrado la atención en la edad de Joe Biden y en cómo esto puede afectar su capacidad para liderar. Pero la edad también trae consigo la sabiduría, especialmente en el ámbito de la diplomacia. Esto quedó en evidencia durante la reunión entre Biden y el Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en Nueva York.

Muchos observadores se sintieron desilusionados por la reunión, ya que esperaban que Biden reprendiera públicamente a Netanyahu por su actuación en cuestiones judiciales. Sin embargo, lo que algunos no vieron fue el ingenio diplomático de Biden en acción.

Mientras Biden elogiaba públicamente la relación entre Estados Unidos e Israel, en privado estaba planteando una tarea desafiante para Netanyahu. Utilizando una metáfora, podríamos decir que Biden estaba “deslizando una carta bajo la manga” de Netanyahu de manera discreta pero efectiva.

La tarea en cuestión implicaba un posible acuerdo de normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita. Biden explicó que para lograr este acuerdo, Estados Unidos tendría que forjar un pacto de defensa mutua con Arabia Saudita y considerar un programa nuclear civil para el Reino bajo estrictos controles.

Sin embargo, el verdadero desafío recaería en Netanyahu, ya que tendría que aceptar condiciones para la normalización con Arabia Saudita que implicarían poner freno a los asentamientos en Cisjordania, mejorar las condiciones de vida de los palestinos y avanzar en la administración palestina en línea con los acuerdos de Oslo.

Biden no intervino en la política interna de Israel ni le pidió a Netanyahu que abandonara su coalición de extrema derecha. En cambio, presentó la tarea como un amigo cercano y confiable. Esto permitió que Netanyahu enfrentara un dilema político sin que pareciera que estaba cediendo ante la presión exterior.

La reunión fue un ejemplo magistral de cómo un presidente estadounidense puede abordar una cuestión delicada con un líder extranjero, planteando un desafío político crucial. Biden demostró que la experiencia y la sabiduría diplomática pueden ser activos valiosos en la arena internacional.

Independientemente del debate sobre su edad y capacidad para la reelección, en lo que respecta a la diplomacia, Biden demostró que la experiencia es un activo invaluable. La edad puede traer consigo la sabiduría necesaria para abordar desafíos complejos de manera efectiva.