En el peronismo, donde las luchas por el poder son una constante, la máxima de mantener el control territorial se ha vuelto crucial. Esta sentencia cobra mayor relevancia al observar el mapa político que emergió de las elecciones de 2023, con una serie de derrotas consecutivas en seis provincias clave: Santa Cruz, Chubut, San Juan, San Luis, Santa Fe y, recientemente, Chaco. El Partido Justicialista ha tenido escasos éxitos hasta ahora.

Jorge Capitanich, quien aspiraba a mantener el poder en Chaco y consolidarse como un líder del kirchnerismo, se vio sorprendido por su derrota en las elecciones. Esta pérdida ha llevado a muchos dirigentes peronistas a replantear sus proyectos políticos, incluso a expensas de renunciar a la presidencia.

De los pocos gobernadores que lograron mantener el control en sus provincias, solo dos tienen una influencia significativa en el oficialismo nacional actual: Gildo Insfrán y Gerardo Zamora. Sin embargo, Insfrán, de 72 años, no parece estar en posición de liderar un proceso de renovación, mientras que Zamora, a pesar de ser radical y no peronista, es objeto de bromas en el kirchnerismo que sugieren enseñarle la marcha peronista.

Entre los gobernadores recién elegidos este año se encuentran Sergio Ziliotto, Ricardo Quintela y Osvaldo Jaldo, pero ninguno de ellos ha logrado destacar a nivel nacional en la interna del peronismo. Juan Manzur, actual gobernador de Tucumán, también busca avanzar en su carrera política y podría desempeñar un papel importante si Unión por la Patria no gana la presidencia.

En el caso de Axel Kicillof, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, aún tiene margen para emerger como una figura influyente, pero enfrenta desafíos internos, especialmente con Máximo Kirchner, y la falta de legisladores propios podría ponerlo en una posición vulnerable.

El peronismo se enfrenta a una profunda crisis mientras busca nuevos liderazgos y estrategias para mantenerse relevante en el escenario político argentino.