Renovada Polémica Sobre la Violencia Política de los ’70 en Plena Campaña
Las elecciones argentinas han sorprendido al introducir un nuevo tema de campaña: la discusión sobre la violencia política que azotó al país en la década de 1970. Este debate cobra fuerza debido a la convocatoria de Victoria Villarruel, diputada y candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza, para un homenaje a las víctimas de Montoneros y otras agrupaciones guerrilleras en la Legislatura Porteña.
El llamado al homenaje ha generado una fuerte reacción de grupos kirchneristas de derechos humanos, sindicatos afines al kirchnerismo y sectores de la izquierda que históricamente han respaldado al kirchnerismo.
El kirchnerismo busca evitar la discusión y cancelar el homenaje, sosteniendo que solo hubo terrorismo de Estado durante la última dictadura militar, sin reconocer la violencia política de grupos guerrilleros. Para ellos, cualquier crítica o autocrítica sobre los actos de las organizaciones guerrilleras es desestimada como la “teoría de los dos demonios”.
Esta polarización en la narrativa histórica se manifiesta en una falta de autocrítica en relación a los actos de la guerrilla y en la insistencia en que los crímenes de la dictadura merecen condena, mientras que los de la guerrilla no.
La convocatoria de manifestaciones en contra del homenaje y la falta de diálogo sobre esta cuestión profundizan la división en la sociedad argentina. La confrontación sobre un tema tan delicado podría empeorar el clima político a pocas semanas de las elecciones presidenciales.
Victoria Villarruel, impulsora del homenaje, ha trabajado con víctimas de grupos guerrilleros y ha sostenido que no defiende a los militares que cometieron asesinatos o desapariciones, pero esto no ha evitado que sea acusada de lo contrario por grupos de derechos humanos vinculados al kirchnerismo.
La intolerancia y la falta de autocrítica en un contexto de violencia política son problemas que no se limitan a Argentina. En España y Colombia, por ejemplo, las secuelas de la Guerra Civil y el conflicto armado siguen dividiendo a la sociedad, sin señales de reconciliación.
La autocrítica sincera podría ser el primer paso para sanar las heridas causadas por la violencia política, pero en Argentina, como en otros lugares, esto es difícil de lograr debido a la polarización política.
La sociedad argentina enfrenta un cambio de paradigma en esta discusión, pero la falta de autocrítica y la polarización política dificultan la búsqueda de la verdad y la reconciliación. El país parece estar dividido en muchos aspectos, y los dirigentes políticos tradicionales a menudo no reconocen esta realidad, lo que ha llevado al éxito de figuras como Javier Milei.