La presión sobre el secretario general de la UTA, Roberto Fernández, por parte de la Izquierda de la Lista Azul ha sido constante en los últimos años. Sin embargo, este viernes 7 de julio se evidenció un quiebre en su liderazgo. Fernández se encuentra acorralado por un pequeño pero influyente grupo de empresarios que se aliaron con la oposición, lo que ha dejado en evidencia la crisis que atraviesa.

No solo ha perdido fuerza internamente, sino que incluso algunos empresarios que antes eran aliados ahora lo ven desgastado y sin la capacidad para enfrentar las tensiones internas. Si bien el gobierno nacional está furioso por su falta de habilidad para contener a la Izquierda, el hecho de que empresarios se hayan aliado con la Lista Azul ha generado interrogantes en la central obrera: ¿es este el principio del fin para Fernández?

La debilidad de su liderazgo es significativa y muchos creen que es necesario tomar medidas de inmediato para frenar esta situación. Si bien en algún momento se lo consideró aliado del camionero Hugo Moyano, hoy muchos creen que Bustinduy juega su propio juego para obtener el poderoso gremio que tiene en sus manos y que influye en el ánimo de la clase baja y media-baja, así como en la agenda de los medios.

El viernes 7 de julio, Fernández se vio obligado a ceder y sobreactuar su liderazgo ante la medida de fuerza. Sin embargo, tanto la Lista Azul como los empresarios y algunos funcionarios nacionales lo tildaron de “caradura”. Esta situación ha dejado en claro que el peronismo ya no tiene el control de la calle, lo cual es preocupante en un año electoral.

En el gobierno nacional, están furiosos por la falta de reacción y gestión por parte de Fernández en la UTA, especialmente porque han brindado apoyo económico y garantizado pagos para el transporte público. Ahora, no pueden creer que el caos provenga desde adentro. Esto no es un problema nuevo, lleva aproximadamente cinco años, pero antes los paros nacionales solo afectaban a las provincias de 00:00 a 6:00 y los medios porteños apenas se enteraban.

Aunque no sea el mejor momento para reconocerlo públicamente, muchos peronistas importantes del sindicalismo creen firmemente que Fernández “no tiene futuro” en su cargo.