El uso del avión de la muerte en un acto político genera controversia y malestar en el movimiento de derechos humanos

En el transcurso de un tenso minuto para definir las candidaturas de Unión por la Patria (UP), la falta de decoro de los negociadores dejó un binomio presidencial sin una auténtica presencia cristinista. Además, generó descontento en diferentes facciones con la controvertida selección de candidatos por parte de Máximo Kirchner. Ante esta situación, la vicepresidenta se vio obligada a presentar su versión de los hechos.

Cristina eligió un acto de repatriación de un avión Skyvan utilizado por la dictadura para arrojar a los desaparecidos al mar, como escenario para dar a conocer su relato. Según ella, tanto ella como su hijo han actuado como líderes estratégicos comprometidos con “el proyecto colectivo”, mientras que Alberto Fernández y su reducido círculo han sido egoístas en su búsqueda de cargos. A primera vista, parecía una presentación destinada a confrontar a sus enemigos internos. Sin embargo, si se analiza más detenidamente, fue un apasionado llamado para contener críticas que van mucho más allá del limitado albertismo y que hasta ahora se han manifestado de manera encubierta.

El objetivo secundario de esta movida por parte de la vicepresidenta fue introducir a Sergio Massa en el ámbito de los derechos humanos, un territorio poco explorado por el candidato presidencial.

El relato de las virtudes propias y los defectos ajenos, junto con la transformación del perfil de un candidato para superar resistencias en la izquierda, no es algo fuera de lo común en la política. Se puede hacer con mayor o menor elegancia, pero es una práctica propia del ámbito político.

Sin embargo, la ocasión elegida para hacer proselitismo, un acto oficial frente a destacados miembros de organismos de derechos humanos, víctimas de la ESMA y diplomáticos extranjeros, con la imagen del avión recuperado como telón de fondo, cambia la ecuación. Algunas voces autorizadas en la materia han expresado su descontento al respecto.

Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, comentó: “Fue una representación ofensiva considerando lo doloroso del hecho. El uso de un avión que fue parte de una metodología tan grave para el lanzamiento de una campaña presidencial, todo lo que hemos descubierto fue bochornoso”. Cortiñas ha mantenido una distancia crítica del kirchnerismo desde hace tiempo, aunque esta postura se ha suavizado en los últimos años debido al auge de la derecha. Sin embargo, su voz no ha sido la única en expresar su descontento por la escena presenciada el lunes por la tarde.

Varios asistentes al acto en Aeroparque también se mostraron desconcertados por las ironías de la vicepresidenta en relación al segundo y quinto puesto en las listas de UP de la provincia de Buenos Aires. Según una víctima de la dictadura que no pudo contener las lágrimas al recordar el Skyvan, “No era la forma ni el momento adecuado

de utilizar ese escenario para hacer comentarios políticos y promocionar candidaturas. La memoria de las víctimas de la dictadura y la lucha por los derechos humanos merecen respeto y no deberían ser utilizadas con fines partidistas.

Este polémico acto de Cristina Kirchner ha generado un profundo debate en el movimiento de derechos humanos y ha dejado en evidencia las divisiones internas dentro de Unión por la Patria. Si bien es cierto que la política siempre ha estado plagada de estrategias y discursos para ganar apoyo, es importante recordar que existen límites éticos que deben ser respetados.

En conclusión, el uso del acto de repatriación del avión Skyvan por parte de Cristina Kirchner para hacer proselitismo político ha generado malestar y críticas dentro del movimiento de derechos humanos. Este episodio pone de manifiesto la necesidad de preservar la memoria de las víctimas y la lucha por los derechos humanos como un legado sagrado que trasciende cualquier interés partidista.

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